HomeAgenda ApostólicaPresentación Apostólica en Melbourne, Australia Agenda Apostólica Presentación Apostólica en Melbourne, Australia (Coordinación de Crónica Apostólica).– El 17 de enero de 2016, el Apóstol de Jesucristo, Naasón Joaquín García, en el inicio de la quinta etapa de su Gira Universal, se presentó en la Iglesia de Melbourne, Australia, donde presidió la Escuela Dominical. Esta histórica visita –cabe destacarlo– evocó emotivos recuerdos en el Apóstol del Señor –quien anhelaba desde el inicio de su ministerio visitar este país–, y en los hermanos de Melbourne, al recordar que durante más de una década él fue el pastor jurisdiccional de Australia y estuvo cerca de ellos. Durante su responsabilidad jurisdiccional, visitó Australia en dos ocasiones: en enero de 2000 y enero de 2005, donde presidió escuelas dominicales y oraciones, visitó a los hermanos en sus casas, predicó el evangelio a los oyentes –algunos de ellos ahora son nuestros hermanos en Cristo, como el hermano Douglas Bustamante–, ofició bautismos y, desde Estados Unidos, envío ministros de manera permanente así como decenas de jóvenes obreros. A él le correspondió iniciar la obra de Melbourne durante su administración pastoral. El Apóstol Naasón Joaquín, en ese entonces el pastor jurisdiccional de Australia, estuvo al pendiente de los hermanos de Melbourne, Sidney, Adelaide y Brisbane, sea a través de los ministros que él enviaba o durante las festividades espirituales en Guadalajara –en febrero y agosto–, donde personalmente los atendía, tarea que le llenaba de profunda satisfacción. Las palabras de ánimo espiritual, doctrina, exhortación y confianza en el Señor siempre estuvieron en sus labios cuando se dirigía a los hermanos australianos. En el marco de una jornada de evangelización en este país, en la que participaron decenas de jóvenes de Estados Unidos, su hijo, el hermano Adoraim Joaquín, fue sellado con la prenda del Espíritu Santo en la Casa de Oración de Sidney. Todos estos emotivos recuerdos, sin lugar a dudas, pasaron por su pensamiento cuando cruzó las puertas del recinto religioso, ahora como el embajador del reino de los cielos… Salutación apostólica El P.E. Rodney Lee Menneman presidía la consagración, cuando el Apóstol del Señor –acompañado de algunos de sus colaboradores– ingresó al recinto religioso. Una alegría súbita –inconmensurable– fue esbozada en los rostros de los hermanos australianos cuando le vieron entrar. Esperaban, y contemplaban, no al pastor jurisdiccional con el que convivieron durante más de una década: ahora recibían y daban bienvenida a su padre en la fe, el Apóstol de Jesucristo, Naasón Joaquín, quien iniciaba en esta ciudad la Quinta Etapa de su Gira Universal. A su paso por el pasillo central, el Siervo de Dios saludó a la Iglesia y reconoció a la mayoría de los hermanos –quienes perseveran firmes en el camino del Señor– y mencionó los nombres de algunos de ellos. Entretanto, las lágrimas de regocijo recorrían las mejillas de los hermanos –hombres, mujeres y niños– quienes con un impecable atuendo blanco y ondeando con sus manos la banderas de Australia daban la bienvenida al insigne visitante, a la par de una algarabía espiritual que solo los hijos de Dios pueden experimentar. En este histórico momento, el reloj marcaba las 11:18 de la mañana. Al llegar a su ministerio, el Apóstol del Señor invitó a la Iglesia de Melbourne –a quien se sumaron los hermanos de Adelaide y Brisbane– a dar gracias a Dios por el anhelado encuentro. El fervor espiritual de esta primera oración fue singular. En el tercer continente visitado en la gira universal –le precedieron América y Europa–, Dios derramó, cual hermoso bálsamo, su bendición sobre sus hijos de esta isla, la más grande del mundo. A las 11:22 horas, el ministro local, hermano Martin Vargas, a nombre de la Iglesia dio la bienvenida al Apóstol después de haber cantado un himno especial. Enseguida, el Siervo de Dios invitó a los presentes –entre quienes se encontraban diversas visitas: un pastor pentecostal de la isla de Fiji y otros oyentes procedentes de Samoa, Uruguay, El Salvador y Chile–, a cantar la alabanza número 485: “Señor Jesús, cuan bella la Iglesia do tú estás”, que fue entonada con particular espiritualidad. Las hermanas Alma Zamora y Eva García –esposa y madre, respectivamente, del Apóstol del Señor– se encontraban en la primera banca de las mujeres. En sus lugares, se encontraban situados nueve ministros provenientes de Estados Unidos. No estabais ni estáis solos… Después de saludar a los hermanos, dirigió sus primeras palabras: “¡Cómo ansiaba mi alma estar con vosotros! Ahora tengo la dicha de venir ante ti y contemplarte, ya no como mi hermano en la fe solamente, sino ahora como mi hijo en la fe. “Recuerdo cómo aquel 8 de diciembre de 2014, cuando el Apóstol Samuel Joaquín dejaba de existir, mi espíritu se agitaba y mi alma afligía. Es cierto, a unos cuantos minutos –tal vez a un par de horas después– su hermano recibió el Llamamiento de Dios, pero en ese instante yo me afligía; todavía, en aquel pensamiento humano de responsabilidad como Pastor Jurisdiccional, decía: ‘Allá están los hermanos de Australia: están solos y quizá llegue el pensamiento de que quedaron huérfanos, ya sin su padre la fe, y estarán tristes y angustiados preguntándose qué es lo que va pasar’. Mi alma se afligía en gran manera y desde aquel momento a mí me hubiera gustado haberme trasladado a este lugar para venir a consolaros y decirles que no estaban solos. Sin embargo, nuestro Dios tenía otro plan: todos aquellos que habían recibido y creído en el Apóstol Samuel Joaquín, también en ellos Dios haría la obra perfecta en sus corazones. “Estaba anhelante por contemplar a la Iglesia del Señor. Deseaba reiniciar esta Gira Universal que Dios me ha permitido realizar en todos los lugares donde está presente la Iglesia. ¡Quería empezar ya! Y hoy le doy gracias a Dios por permitirme ver vuestro rostros, contemplar vuestra fe y testificar que estáis firmes en el camino del Señor”. El Apóstol del Señor expresó su deseo a los hermanos de Melbourne de comunicarles una palabra de consuelo, amor y edificación. Inició su presentación citando una de las frases que utilizó al inicio de su ministerio: “No estabais solos”. Dijo que esta frase debe quedar inscrita en el corazón y en la mente de cada uno de los hermanos, para la que tengan siempre presente en los momentos de la prueba o aflicción. Dios no dejó a sus hijos a la deriva: en su Pueblo levantó otro Apóstol En otro momento, el Apóstol de Jesucristo citó una oración del himno 166: “El Pueblo muy amado de Dios desde tiempos atrás tiene sus escogidos…”, y agregó: “Ha habido tiempos en la historia de la humanidad en los cuales la misericordia de Dios no se manifestó al mundo, épocas en las cuales el Espíritu de Dios no se paseó sobre la faz de la tierra y no ha abarcó en su gracia a los seres humanos. “Dios, en su única potestad, siempre que ha tenido un Pueblo sobre la tierra ha puesto a alguien que esté al frente de él. ¿Un hombre? Sí, un hombre. Desde el inicio del Pueblo de Israel encontramos a Abraham… Es así que el Señor siempre ha establecido una cabeza visible que represente su autoridad sobre su Pueblo y lo guíe por el camino que Él desea. “De la misma manera, Dios ha puesto en mis manos el ministerio apostólico para que este Pueblo de Dios, muy amado, no quedara a la deriva ni sin un padre en la fe o un guía espiritual… Eres un hijo de Dios, carísimo delante de Él, y como su hijo, Dios te ama y no podía haberte dejado a la deriva. Por eso decimos en la alabanza: ‘Y mi Dios que es tan bueno tuvo a bien levantar en su Iglesia a otro Apóstol’. “Preguntará alguno: ¿Dios puede levantar Apóstoles cuándo Él quiera y cómo Él quiera? Así es, porque Él es Todopoderoso y ‘todo lo que quiso ha hecho’ (Salmos 115:3). ¿Levantó a su Pueblo para dejarlo a la deriva? No, al contrario: lo levantó para llevarlo en estas lluvias tardías hasta la vida eterna que Él prometió”. La Iglesia de Australia: una estaca espiritual en Oceanía El Apóstol del Señor destacó también que para él Australia es una estaca espiritual en el continente de Oceanía. Y añadió: “Vosotros sois la orilla de la tienda de Jehová, el límite hasta donde la obra espiritual ha llegado. Sois la puerta de la Casa de Dios que se alarga y que se extiende para dar cabida a los hijos de Dios. Sois vosotros, la muestra de que el Señor ha de engrandecer a su Pueblo… Por ello, deseo que estéis firmes, arraigados y cimentados en Dios. “Dijo el Señor: ‘Alarga tus estacas’ (Isaías 54:2), y una de las estacas de la Iglesia del Dios Vivo Columna y Baluarte de la Verdad se ha alargado hasta este país. ¿Qué quiere decir esto? Que esa tienda que se estiró hasta este lugar no solamente abarcará Australia, sino también todas las regiones que se encuentran alrededor, porque hasta estos lugares Dios quiso levantar obra. Está Tasmania, Nueva Zelanda y otras naciones aledañas donde, por medio de ti, habrá de llegar el Evangelio. “Vuelvo a repetirles: no estaban solos, Dios ha estado siempre con vosotros. Pero, dirá alguno, ¿por qué antes no había crecido la obra espiritual? ¿Por qué somos una Iglesia que hemos crecido muy despacio? Créemelo hermano: ‘Tu tiempo ha llegado’. Confiado en la palabra que Dios me dijo, ‘Alarga tus estacas’, yo no veo un pequeño grupo de almas: contemplo un grande pueblo que alaba y bendice el nombre del Señor. “Sin embargo, hay en su hermano Naasón un pendiente, del cual quiero hablaros a cada uno. Deseo que mi palabra llegue a vosotros como una fortaleza espiritual, pues Dios me ha manifestado que su fuerza, su brazo y su escudo están en la Iglesia del Señor; pero me preocupa que por la distancia, situación geográfica, estatus migratorio, el escarnio o la corriente del mundo, algunos de mis hermanos se vayan a desanimar y piensen que se encuentran solos en estos lugares tan lejanos y que por ello se debiliten en su fe o sean arrastrados por el engaño del enemigo. “No quiero, entonces, que digáis: ‘Es que estamos tan lejos de Hermosa Provincia, en donde hay tanta paz y gozo espiritual, y a cada momento pensáis en los días de la Santa Cena y del Año Nuevo… ¡Cuánto movimiento hay en aquellos continentes y acá nos encontramos solos!’. No, al contrario, que cobre en vosotros un doble ánimo, porque yo le dije a la Iglesia Universal que enviaría a cientos de jóvenes a diferentes lugares y se han estado enviando. Es verdad que a estos lugares se nos ha complicado un poco por la situación migratoria que exige este país, pero Dios está obrando y no tardarán en llegar esos batallones espirituales para reforzar no solamente a este país, sino a las naciones que se encuentran alrededor para que la Iglesia del Señor siga floreciendo. “La palabra que trae su hermano es de ánimo y fuerza espiritual. Consiente estoy que en algunas ocasiones la soledad, la distancia y la persecución pueden ser causa de que la fe del hermano se debilite y vengan a él pensamientos mediante los cuales satanás intente frenar la obra de Dios”. Cristo vive en nuestros corazones a través de la fe En otro momento, el Siervo de Dios citó una de las cartas que el Apóstol Pedro escribió a la Iglesia Universal, destacando la fe y el amor que profesaban los hermanos del primer siglo por Cristo, aunque la mayoría de ellos no lo habían conocido físicamente: “…A quien amáis sin haberle visto. En quien creyendo aunque ahora no lo veáis os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1ª Pedro 1:8). Y agregó: “¡Qué preciosa fe la que el Señor sembró en nuestros corazones! ¿Qué es la fe?: ‘La certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve’ (Hebreos 11:1). La fe es la convicción de lo que creemos, que aunque no lo veamos, sabemos que es, está y existe. Y esta fe la sembró Dios en tu corazón para que por medio de ella viváis con gozo. ¿O vives triste? ¿Vives con pesar? No, vivimos con esa hermosa esperanza. “Sé que creéis en Dios, en Cristo, en la Elección Apostólica y en las promesas divinas, así como en la esperanza que Él nos prometió y algún día heredaremos: el reino de los cielos. ¿Y cómo lo sabes si no lo has visto materialmente?, por medio de esa fe que habita en nuestros corazones, la convicción que Dios nos hace experimentar a través de las promesas que nos ha dejado y que nos hacen expresar que es verdadero y fiel. Lo que ha prometido Él lo va a cumplir. “¡Cuántos hermanos creyeron en Jesucristo en el tiempo primitivo y no le conocieron físicamente! Algunos sí le contemplaron materialmente pero hubo otros que nunca lo vieron, y no solo me refiero a Jerusalén sino aún entre los gentiles, a los que el Apóstol Pablo les predicó y a quienes él mismo les escribía: ‘Y si a Cristo conocisteis según la carne ya no le conoceremos así…” (2 Corintios 5:16), porque ahora ya no le podían contemplar con sus ojos materiales, pero lo podían sentir en su corazón. Y es que nuestro cuerpo se convierte en templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19), en donde viene a morar y a vivir Jesucristo nuestro Señor en nosotros. Por eso decimos que nuestros ojos materiales no lo pueden ver, pero él vive en nuestro interior… ¡Yo lo siento! ¡Yo lo he experimentado! ¡He sentido su presencia en mi ser! “¿Amamos a Dios? ¿Amamos a Jesucristo? Si, aunque nunca le hayamos visto con nuestros ojos materiales. Y no solamente le amamos, creemos en él y nos gozamos en decir: ‘Yo soy de Cristo y Cristo es mío’. ¡Qué preciosa fe ha sembrado el Señor en nuestros corazones! ¡Amamos a Jesucristo sin que lo hayamos conocido físicamente! ¡Nos gozamos en el alma con gozo inefable, porque en el espíritu le conocemos y hemos sentido su presencia que a nuestro lado va todos los días de nuestra vida! “Qué dicha la del cristiano que tiene esta fe viva, indispensable para poder creer en él sin haberle visto físicamente, porque no puede alguien decir ‘yo creo en Cristo’, si no tiene la fe verdadera de Dios. Para poder creer, alegrarse y gloriarse en él, necesitamos que esa fe viva habite en nuestro ser; que a pesar de que no le vea, mi alma se alegra y sigue adelante, poniendo sus ojos en Cristo, el blanco perfecto, sin voltear atrás”. La doctrina de Cristo: palabra de vida eterna “Para el mundo, el cristiano de la Iglesia La Luz del Mundo pareciera un ser ‘loco’. Algunos dirán: ‘Ustedes, grupo pequeñito, ¿qué hacen ahí reunidos?. Ustedes creen que son un grupo que sirve a Dios, pero hay tantas iglesias. Pobrecitos, ahí están creyendo y están esperanzados…’. Lo que los incrédulos no han entendido, es que cuando el Señor Jesucristo estuvo en la tierra tampoco las multitudes le reconocieron. Es verdad, corrían cientos y hasta miles detrás de él –en una ocasión se cuentan más de cinco mil reunidos con él en una montaña, donde dio uno de sus sermones–, pero cuando el Maestro comenzó a enseñar su doctrina, los miles comenzaron a abandonarle, entre ellos muchos de sus discípulos. “Qué dolor experimentó el Maestro al ver la reacción de los miles que comenzaron a apartarse, al no querer aceptar su doctrina. Y luego voltea con sus discípulos y les pregunta: ‘¿Queréis acaso iros también vosotros?’ (Juan 6:67). Las personas que corrían detrás de él y que le buscaban, no lo hacían por la Palabra que da vida sino por los milagros. Aunque él no vino a hacer milagros, tuvo que hacerlos porque tenía que buscar la manera de llamar la atención al pueblo y así poder presentarse y decir: ‘Soy el Hijo de Dios’; de lo contrario, en ese momento lo hubieran apedreado. Tuvo entonces que recurrir a los milagros para llamar la atención en el pueblo de Israel: levantaba al cojo, daba vida al muerto, limpiaba al leproso, hacía señales… y la gente comenzó a reconocer en él un gran poder y comenzó a seguirle y escucharle. “Sin embargo, cuando el Señor Jesucristo dice que ha llegado el tiempo de que solamente escuchen la Palabra de Dios, las multitudes le abandonaron (Juan 6:66). La respuesta de los ‘seguidores’ fue categórica: si ya no va a haber milagros ni magia ni beneficios materiales ni sanidades, no tenemos nada que hacer aquí, y le dieron la espalda. “En una ocasión alimentó a más de cinco mil personas; en Jericó, un hombre se subió a un árbol para verle porque era tanta la multitud que era imposible acercarse al Maestro… ¿Y dónde estuvieron después todos aquellos? Se habían ido porque dejaron de recibir los beneficios materiales. Qué triste es que las multitudes que corrían detrás de él en Jerusalén, Jericó, Galilea, Samaria y las demás regiones, y que se amontonaban y le seguían por el milagro, cuando él asciende al reino de los cielos solo queda una Iglesia conformada por 120 hermanos, incluidos su familia y los apóstoles (Hechos 1: 12-14). “Aquellos 120 que permanecieron firmes fueron pocos a comparación de los que vivían en Israel y del mundo antiguo, pero fueron los que realmente creyeron en el Hijo de Dios de corazón: fueron los que, a semejanza del apóstol Pedro, le dijeron al Señor: ‘¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna’ (Juan 6:68)”. La esperanza del cristiano es morar eternamente donde está Cristo En otro momento, el Apóstol de Jesucristo refirió: “En la actualidad, el mundo nos considera un grupo pequeño, digno de menosprecio. Algunos dirán: ‘Ahí está un grupito de locos, disque adorando a Cristo y sirviendo a Dios, entre todas las cientos y miles de iglesias’. Y es cierto, nuestras casas de oración en este país son sencillas. Los incrédulos, al visitarnos, no ven adornos e imágenes que representen una deidad o divinidad, y nos preguntan: ‘¿Y dónde está su Dios? Es que no hay nada, vemos solamente un saloncito… ¿Ante quién se inclinan? ¿A quién adoran?’. Y es que, al no ver un muñequito o una muñequita, nosotros les respondemos: ‘Nuestro Dios está en los cielos y todo lo que ha querido ha hecho’ (Salmos 115:3). “Por eso decimos que somos felices, aunque por ahora no veamos a Jesucristo, sentimos que su presencia va a nuestro lado. Lo ojos de la fe nos han permitido contemplarle, a semejanza de Esteban, un hombre en el que también habitó la fe viva, quien padeció la muerte en manos de aquellos radicales y hombres fanáticos –no religiosos, porque la religión de Dios no nos lleva a ser agresivos, perversos, malintencionados…–. “El hermano Esteban, al parecer, se había quedado solo. Aparentemente la Iglesia lo había abandonado y todo indica que murió en la soledad y sin que tuviera a algún compañero a su lado que lo defendiera. Sin embargo, cuando se encontraba a punto de morir, en su última agonía, voltea al cielo y contempla algo maravilloso que expresa con sus palabras: ‘He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios’ (Hechos 7:56). Los sumos sacerdotes, creyéndose ser muy religiosos, habían juzgado a Esteban y lo encontraron digno de muerte. Según ellos cumplían con la Ley de Moisés, pero a la vez la trasgredían al quitarle la vida a aquel hombre. “La Iglesia, entonces, había abandonado a Esteban; había corrido con temor para no ser vituperada. Pero hubo alguien que no lo había abandonado y que en aquel momento le permitió ver, aún con los ojos de la fe, el lugar donde él iba a morar. Porque, en la promesa que Cristo nos ha hecho, esa es nuestra esperanza: le veremos cara a cara (1 Corintios 13:12), estaremos donde él está, porque así lo prometió: ‘Voy a preparar moradas para que donde yo estoy vosotros también estéis’ (Juan 14:2), porque somos herederos de Dios y coherederos con él, ‘si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados’ (Romanos 8:17), y seremos semejantes a él. Esta es la hermosa esperanza de los hijos de Dios. “¡Yo creo en esa promesa! ¡Creo en la palabra que Cristo me ha dejado! Aunque en este país la gente se burle de mi por mi templo, porque somos poquitos y hasta lleguen a decir ‘pobre gente’; yo te digo: No, no somos pobre gente: pobres de ellos, porque llegará el día en que el Señor venga como con estruendo y entonces todo ojo le verá, y en un abrir y cerrar de ojos seremos arrebatados y la gente se preguntará ‘¿Y dónde están?’, y nosotros iremos en camino por la promesa que Dios nos ha dado. “Esta es mi esperanza, esta es mi fe, esta es mi creencia: porque yo creo que Cristo es fiel y verdadero. Pero además, tenemos otra bendición: aunque en Australia haya una Iglesia pequeña y que está costando mucho levantar la obra, yo sé que tú has dado testimonio a tus amigos y compañeros y has traído visitas a la Casa de Oración. Pero vuelvo a repetir: el tiempo ha llegado para Australia. “Aunque aquí somos un grupo pequeño, si nos ponemos a pensar en el tiempo del Señor, quedaron 120 hermanos, de aquellos fieles que realmente creyeron en el Señor, y si lo comparamos con aquella grande ciudad capital de Jerusalén, ¿cuántos eran en comparación de las 120 almas? Sin embargo, nosotros no podemos decir lo mismo”. La paciencia: virtud necesaria en la vida del cristiano El Apóstol del Señor sostuvo que no es cierto que en este país son “poquitos” hermanos. Así acotó: “Sois parte de un hermoso y grande Pueblo que también en este lugar habrá de florecer. No estáis solos, sois parte de una Iglesia hermosa, de la Iglesia del Dios Vivo Baluarte de la Verdad, y como dice en el libro de Hebreos 12:1-2: ‘Por tanto nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande número de testigos despojémonos de todo peso del pecado que nos asedia y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe’. “¿No eres el único hijo de Dios en este lugar? No, hermano. Hay miles de hijos de Dios por todo el mundo. Son 53 naciones que Dios nos ha permitido, algunas de ellas muy florecientes, otras estamos en proceso de crecimiento como tú. “Nos aconseja el Espíritu de Dios que corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. ¿Cómo debe ser nuestro caminar en la Iglesia del Señor? Con paciencia, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe. Al contrario de lo que piensan los impíos cuando afirman: ‘Si es una Iglesia grande sí es de Dios. Si es pequeña no es de Dios’. No, hermanos. La verdadera Iglesia de Dios no se mide por la cantidad de almas, porque si fuera así, entonces Cristo fracasó porque él dejó tan solo 120 almas. ¿Fracasó Cristo? No, porque él no solamente pidió por esos 120, Él dijo: ‘Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos’ (Juan 17:20). “¿Qué veía entonces el Señor Jesucristo? ¿Veía las almas que iban a creer y ser salvas? Entre ellas también te vio a ti… Por eso ahora el Espíritu de Dios nos aconseja que corramos esta carrera con paciencia, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”. En la adversidad, el Señor y sus ejércitos celestiales están a nuestro favor El Apóstol del Señor recordó que en rededor del Pueblo de Dios hay un gran número de hermanos que, siendo una inmensa nube de testigos, son la prueba de la presencia de Dios y del cumplimiento de sus promesas. Sion embargo, agregó: “A veces la distancia, la soledad, la geografía y las dificultades propias –porque en diferentes ocasiones trató su hermano de enviar obreros a estos lugares y siempre hubo obstáculos de diversa índole–, puede ser que a veces debilite la fe de cada uno de vosotros, y si añadimos los problemas propios de esta carne y el batallar del día a día por la sobrevivencia, en ocasiones el hermano puede llegar a flaquear. “Así aconteció con el profeta Elías, sobre quien pesaba la pena de muerte. Desesperado por esta situación, pues se sentía solo, había huido al desierto y desde ahí le clamaba al Señor: ‘Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres’ (1 Reyes 19:4). “En aquella situación en la que se encontraba, ¿qué deseaba el profeta? Prefería que Dios le quitara la vida porque se sentía solo, abrumado y con deseos de morir. Su situación personal lo llevó a aquella desesperación: estaba deprimido, desalentado, decaído… Posteriormente, buscó una cueva para dormir, desesperado por la persecución, y ahí Dios le pregunta: ‘¿Qué haces aquí, Elías?’, y él, como un hombre que se siente abandonado y sin esperanza alguna, respondió: ‘He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida’. Entonces Dios le dice: ‘Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco (…) y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron’ (1 Reyes 19: 13, 18). “¿Qué situación estaba viviendo Elías?: el Pueblo de Israel se había olvidado de Dios por ir en pos de los baales; habían abandonado al profeta de Dios y procuraban quitarle la vida. Se sentía solo y se veía solo. No podía ver más allá de lo que sus ojos materiales podían ver, y creía que incluso Dios lo estaba desamparando. Creía que Dios lo había abandonado. Por ello se refugió en aquella cueva creyendo y deseando que era mejor morir. “Cuando Elías creía que estaba todo acabado, Dios le manifiesta que tenía siete mil rodillas que no se habían doblado ante aquellos dioses y no los habían besado. Entonces, ¿Elías se encontraba solo? ¿Dios lo había abandonado? Y es que es algo que tenemos que entender. La fe del cristiano es tan hermosa, tan perfecta y tan sólida, que cuando satanás observa esa fe que se desarrolla en el corazón de cada uno de nosotros intenta destruir esta fe. “Hermano de Australia: en cuántas ocasiones te has sentido así. Los problemas cotidianos de la vida llegan llegado a tu hogar y a tu vida. A veces le imploras al Señor y sientes que no te escucha y todo aquello se va acumulando y te vas sintiendo cada más solo, hasta el momento en que llegas a pensar: ‘¿Y qué estoy haciendo aquí?’, como si pareciera que Dios no está con nosotros y en ocasiones nos desanimamos y decimos: ‘¿Para qué voy a la Iglesia? Si vaya o no vaya de todos modos tengo problemas, aflicciones, enfermedades…’, y satanás comienza a trabajar en nuestra mente para desanimarnos y querer arrebatar la preciosa fe que Dios puso en nuestros corazones”. Dios conoce nuestro camino: nos probará y saldremos como el oro El Siervo de Dios comentó que es tanto el coraje que siente satanás al ver la obra que el Señor ha hecho en el corazón de los hermanos –perfecta e inquebrantable– que lo primero que hace es llegar ante Dios y decirle: ‘¿Le has dado salud? ¿Le has dado tranquilidad? ¿Le has dado prosperidad?, como lo hizo con Job. Y comentó: “¿Y qué mal hizo Job para merecer todos los males que se le vinieron? Ninguno. ¿No era un hombre recto? ¿No era un hombre justo? ¿No era un hombre temeroso de Dios?… “Cuando satanás se presenta ante él, lo primero que hace Dios se enorgullece y le presume a satanás la fe de su siervo Job, y voltea con satanás y le dice: ‘¿No has considerado a mi siervo Job? Tal vez satanás tenía envuelto e ilusionado a todo el mundo con sus engaños, pero había una persona en todo el mundo al que no había logrado engañar: Job. “Y ahí estaba Dios presumiendo esa fe tan hermosa de aquel hombre… ‘¿No lo has considerado? Mira que recto, que Santo, cómo se aparta de tus cosas y cómo no te hace caso, y me es fiel’. Satanás no se rinde ni se da la media vuelta. ¿Qué hace? Empieza a provocar a Dios: ‘Le has dado salud, le has dado prosperidad, le has dado todo… déjame que lo toque y verás si en tu presencia no te maldice’. Y pasa algo increíble, que aparentemente pareciera ser que Dios desampara a Job, porque le permite a satanás que toque a su siervo. “Conocemos la historia de cómo le tocó. De un momento otro, en un instante, se quedó sin ganado, sin tierras, sin criados, sin bienes, sin familia… no en un día: en un instante. ¡Imagínate la impresión tan grande que Job estaba sintiendo en aquel momento! Estaba sufriendo porque le fueron quitados sus bienes y porque quedó en una terrible enfermedad… ¡Pareciera que Dios lo había dejado¡ Pero, ¿sabes qué estaba pasando con Dios?, Él se estaba gloriando. Después de un sufrimiento amargo, Dios también tiene preparado para sus hijos un hermoso galardón. Dijo Job: ‘Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro’ (Job 23:10). Qué bonito pensamiento del Siervo de Dios, no decayó su ánimo. Ante la tribulación él expresó: ‘Dios me lo dio, Dios me lo quitó, sea el nombre de Dios bendito’. Y después de aquello, expresa: ‘Yo sé que volveré a ver el rostro de mi Dios’. Tenía la esperanza y la fe preciosa de que su Dios no lo iba abandonar, porque su Dios no era de madera, no anda, ni es pintura, ni es metal… aunque a los ídolos les hayan puesto ojos no pueden ver; aunque tengan oídos no pueden oír; aunque tengan boca no pueden hablar… Sabía Job que su Dios era poderoso. “A todos los hijos de Dios, aún a sus siervos, Dios permite que el enemigo los tiente, porque en ello Dios se gloria en cada uno de nosotros. Pero no tengas pendiente, si el Señor permite que te quite algo satanás, es porque Dios tiene algo mucho más grande para ti, pero mientras tanto tenemos que pasar por tribulaciones y angustias, y el primero que fue ejemplo de todo esto fue el hijo de Dios, el cual tuvo que pasar por un sinnúmero de persecuciones, azotes, vituperios e inclusive la misma muerte, para poder alcanzar la Gloria que Dios le tenía preparada. Pero qué satisfacción cuando llega ante su Padre y le dice: ‘Ahora pues, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese’ (Juan 17:5), porque había cumplido y obedecido fielmente su misión. Y cuando expiró en la Cruz, entonces una nube desciende para tomarle y aquel cuerpo es glorificado, y aquel ser que estaba sufriendo la Cruz ahora era lleno de gloria, y está a la diestra del Dios y Padre. “El Señor le dice a Elías: ‘No te preocupes, no estás sólo. Yo he apartado siete mil rodillas que no se han inclinados los baales, los cuales van a estar contigo, te van a apoyar, te van a ser fuerte y con ellos te vas a volver a levantar. Muchas veces, nuestros ojos materiales no pueden ver la obra de Dios, y algunos nos volvemos hasta incrédulos al querer contemplar las cosas celestiales con los ojos terrenales. Iglesia de Australia: “Tu tiempo ha llegado” El Apóstol de Jesucristo trajo a la memoria lo siguiente: “Viene a mi mente aquella madrugada del día 14 de diciembre de 2014, cuando parecía que nos quedábamos solos. Incluso muchos se imaginaron que Dios se había olvidado de su Pueblo. Algunos escribieron algunas cartas diciendo que no había Apóstol y que la Iglesia se había quedado a la deriva, cuando en poco tiempo Dios manifiesta su santa y hermosa voluntad. Y entonces su hermano decía unas palabras cuando tomaba su ministerio, palabras que Dios me puso en mis labios para que el pueblo de Dios sintiera lo que yo estaba experimentando en aquellos momentos, y estas palabras fueron: NO ESTABAIS SOLOS. “Y es que no me refería a la presencia de los ministros –sean diáconos o pastores–, tampoco me refería a la presencia de los miles de hermanos que se encontraban en Guadalajara: me estaba refiriendo a la misma presencia de Dios, a su amor infinito que velaba y nos guardaba como a aquellos siete mil que no habían doblado sus rodillas ante los baales, así Dios nos estaba guardando y nos tenía a nosotros como un remanente, porque dice el salmista David: ‘El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende’ (Salmos 34:7). “El Señor me ha traído a vosotros. Mi presencia aquí, en Australia, es para que mis hermanos no se sientan solos, que no piensen que debido a la lejanía no iba a visitarlos –Dios nos libre de pensar eso–, porque a mí me consta que mi padre Samuel Joaquín tuvo muchas veces el deseo de venir. En algunas ocasiones ya se encontraba preparando todo los documentos, pero por algún motivo recaía en aquella enfermedad y esto le imposibilitaba viajar. Yo escuché en numerosas ocasiones cuando él me decía: ‘Quiero ir. Dile a los hermanos que los voy a visitar’, y mi corazón se alegraba, pero ya Dios tenía dispuesto otro propósito y el Varón de Dios no pudo visitar este país. Pero esto no quiere decir que estabais solos, porque no había necesidad de que él pisara esta nación para que tú hubieras sido bendecido por Dios, porque sin su presencia física se inició la obra; aquí estáis vosotros, quienes fuisteis bautizados en el nombre de Jesucristo y muchos de vosotros recibisteis la prenda del Espíritu Santo, señal de que nunca habéis estado solos: ¡Dios está con vosotros! “Hermanos de Australia: mi presencia entre ustedes es para que ninguno de vosotros os sintáis solos. Tómense de mi mano. Cúbranse con mi manto. Permítanme protegerlos en mi regazo espiritual, porque Dios está con vosotros”. “Quiero que vosotros experimentéis la presencia de Dios y qué eso sea más que suficiente. ¡Queremos ser parte de una Iglesia grande!, dirá alguno, pero ya lo eres… ¡Somos una Iglesia numerosa que sigue creciendo por todo el mundo! Y desde este momento en adelante verás maravillas hermosas en esta nación, porque Dios va a bendecir estas tierras. Los jóvenes, los batallones espirituales, ya vienen en camino para estar acompañándote y seguir contigo en esta batalla espiritual”. El ángel de Jehová defiende a su Pueblo En otro momento, el Apóstol de Jesucristo expresó la necesidad de que los hermanos de Australia se fortalezcan en la fe preciosa que Dios sembró, a través de su Palabra, en sus corazones y estén firmes y seguros de que el ángel de Jehová los va acompañar y los va defender en todo momento. Y añadió: “Cuántas veces queremos ver con los ojos materiales la presencia de los ejércitos de Jehová, y nos acontece lo mismo que al criado del profeta Eliseo, cuando veía a los escuadrones o los ejércitos de los sirios que sitiaron la ciudad para aprender al Siervo de Dios, y llegó un momento en que el criado veía que estaba él y el profeta solos, y en aquella desesperación le decía a Eliseo: ¿qué vamos a hacer? Mira, ahí está el ejército y no hay para dónde correr. Nos tienen rodeados. ¿Ahora qué haremos? Y le respondió: ‘No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo’ (2 Reyes 6: 16-17). “Que bonito es cuando nosotros miramos las cosas con los ojos de la fe. ¡No somos poquitos! Si tuvieras esa fe hermosa de Dios, verías que alrededor de ti hay un grande ejército de ángeles que te han estado acompañando todos los días. Cuando tú vas a la oración de cinco, a la de nueve, a la de seis, al Servicio, a la Escuela Dominical… ahí están los ángeles paseándose alrededor de ti, porque eres hijo de Dios y Él te cuida. Dios manda a sus ángeles para que estén acampando a tu alrededor, cuidándote. “Dirá el hermano: ¡A veces me siento afligido! ¡Siento que el Señor me ha dejado! No, al contrario, el Señor se está enorgulleciendo de que aún en tus aflicciones, dolores y tristezas, sigues siendo fiel y perseveras en su santo camino. “La maravilla que aconteció con el joven que servía al varón de Dios, es el cumplimiento de su promesa de que no nos dejaría solos ni nos desampararía. Así ustedes, hermanos de Australia, al igual que la Iglesia alrededor del mundo, en donde quiera que se encuentren, deben sentir la protección y el amparo de Dios. Y no sólo eso, sino que Dios me ha enviado para cuidar de nosotros y para poner mi vida por cada uno de mis hermanos. Pero, además, quiero advertir a mis hermanos que ante la impotencia que siente el enemigo al ver nuestro crecimiento, el trabajo espiritual que ha habido en la iglesia, el ánimo que ha cobrado la iglesia en esta Nueva Era, como lo hemos visto como en todas las regiones –no solamente en Guadalajara, sino en México, Estados Unidos, Centro y Sudamérica, Europa y las demás naciones), también los observé a vosotros, hermanos de Melbourne, Adelaida, Brisbane y Sidney, que han cobrado ánimo en anunciar que la Iglesia de Dios continúa adelante y que seguimos teniendo un embajador del reino de los cielos”. La calumnia: una de las armas que utiliza satanás contra la Iglesia del Señor El Siervo de Dios, destacó que ante los triunfos que el Señor le ha concedido, el enemigo se ha llenado de un mayor odio y cruje los dientes contra nosotros, al contemplar la alegría que tenemos en nuestras reuniones y la comunión que reina en medio de la Iglesia. Por lo tanto, él tratará de dañaros a través de la calumnia, el arma que siempre ha utilizado, para apartarnos de las cosas de Dios. Y añadió: “Los impíos levantarán falsos testimonios y querrán encontrar una palabra o una acción mala en algún hermano. El acusador nunca verá el sacrificio que el hermano hace por acudir a la Iglesia y para renunciar al mundo y sus halagos, así como el esfuerzo por cumplir la voluntad de Dios. No, el enemigo llega solamente a juzgar: ‘Mira, aquel dice que es hermano y lo vi allá haciendo lo malo’, en vez de pensar que está en proceso de cambio, porque de lo más vil rescató Dios y nos trajo a su camino (1 Corintios 1:28), para que en ese cambio de vida, que por medio de la Palabra el Señor actúa en nosotros, seamos testimonio a los que no creen en esta verdad. “Sin embargo, el hermano que está luchando y la hermana que se está esforzando, y que por alguna razón caen en una debilidad, porque somos humanos –no hay en el mundo un hombre que haga el bien y nunca peque y si decimos que no pecamos hacemos mentiroso a Dios–, tenemos una esperanza: ‘Porque siete veces cae el justo y vuelve a levantarse’ (Proverbios 24:16). ¿Por qué es un Dios aparcero? No, porque es un Dios misericordioso, amoroso… pero el malo inmediatamente juzga: ‘Miren: y dice que es de la Iglesia’. No ve una hoja blanca de vida que lleva el hermano, sino se fija solamente en aquel puntito sucio que mancha aquella hoja para tratar de decir que por aquella pequeña manchita toda la Iglesia es sucia. “En suma, quiere el enemigo buscar la forma de juzgarte y de criticarte, pero yo te dijo: ‘No tengas temor. No estamos para agradar al mundo, ni para agradar al hombre: estamos para esforzarnos en hacer la voluntad de nuestro Dios’. Y si alguno peca, abogado tenemos para con el padre a Jesucristo el justo (1 Juan 2:1), para volver a integrarnos y seguir adelante en el camino del Señor”. La gloria del cristiano: el testimonio de su conciencia “Así es que, hermanos, sepan que el enemigo levantará falsos testimonios y querrá encontrar una palabra o una acción mala en algún hermano para magnificarla y decir: ‘Miren lo que hacen los hermanos…’. Pero sabiendo que Dios me ha puesto para vuestra defensa, hoy os invito a mantener una limpia conciencia delante de los hombres, como lo señalaba el Apóstol Pedro: ‘Manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras’ (1 Pedro 2:12). “En este sentido, el Apóstol Pablo escribía: ‘Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros’ (2 Corintios 1:12). “Que fortaleza más grande experimenta aquel que tiene una limpia conciencia: no se atemoriza ante nada ni nadie. Levanta su cabeza con orgullo, porque su conciencia le da testimonio que se encuentra limpio. El enemigo intentará destruirlo, como los fariseos hicieron con Cristo, ante la impotencia de sorprenderle en alguna palabra, porque ellos buscaban cualquier pretexto para acusarlo y aprehenderlo. “En una ocasión los escribas y los fariseos, queriendo confrontar al hijo de Dios con la Ley de Moisés, le trajeron a una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, de una manera astuta, hipócrita y engañosa, le dijeron: ‘Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? (Juan 8:3-5). ¿Qué procuraban con esta provocación? ¿De verdad buscaban la respuesta del Señor para sujetarse a ella? Querían acusar a nuestro Señor Jesucristo de quebrantar la ley e ir en contra de Moisés, queriendo sorprenderle en alguna palabra para acusarle. “Cabe decir que las blasfemias que proferían estos seudoreligiosos contra el hijo de Dios eran palabras altisonantes, groseras… Incluso, posteriormente, le levantaron falsos testimonios: ‘Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte, y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban. Pero al fin vinieron dos testigos falsos’ (Mateo 26:59-60) “Quienes en apariencia eran los hombres más respetados y venerados, los sumos sacerdotes, los ancianos y el concilio, buscaban un falso testimonio contra el hijo de Dios. Los que estaban para hacer cumplir la Ley de Moisés, ¿qué estaban haciendo? Practicando la injusticia. La falta del conocimiento de la verdad de Dios los llevó a obrar con maldad al tratar de destruir aquella obra perfecta de nuestro Dios. Querían acusarle para entregarle a la muerte. Les dolía que el Maestro levantara al muerto, limpiara leproso, le diera la vista el ciego… porque entonces aquella gloria no se la daba el pueblo a ellos sino a Cristo. “Así también, en este tiempo, la cizaña tratará de acusar a la Iglesia del Señor. Esto no es nuevo, entonces. Entendámoslo: desde los tiempos antiguos, en la Iglesia primitiva, llamaron al Apóstol Pablo sedicioso y cabecilla de la “secta de los nazarenos” (Hechos 24:5); al señor Jesucristo le llamaron opositor del César y que por Beelzebú echaba fuera demonios (Mateo 12:24)… Y podrán decirnos a nosotros lo que ellos quieran: fraudulentos, perversos, ignorantes… lo que ellos nos quieran inventar. Pero recuerda cuál va a ser nuestra gloria ante esos infundados embates: el testimonio de nuestra conciencia. “En la actualidad, nuestros enemigos crujirán sus dientes porque verán cumplidas las promesas de Dios en su Iglesia: comenzará la prosperidad y el Pueblo de Dios se multiplicará. Y ante las calumnias que habrán de brotar de los labios de los impíos, yo te digo: ‘No te dejes arrastrar’. Dice la Palabra de Dios que ‘el árbol por su fruto es conocido’ (Mateo 7:20). Quienes levantaron calumnias contra el Apóstol Samuel Joaquín –la iglesia mayoritaria– a la vuelta del tiempo fuimos testigos como ellos sí fueron demandados por abusos sexuales perpetrados por los obispos y sacerdotes contra menores de edad, por sus mismos feligreses. Es decir, Dios revirtió lo que ellos mismos planearon para atacar y destruir al Apóstol del Señor. Dios sigue exhibiendo a cada día la vida y los actos de los clérigos católicos. Por sus frutos fueron declarados para que el mundo viera quién era el santo de Dios y quienes eran aquellos que le difamaron. “No importa, entonces, lo que digan de nosotros. Tú sabes lo que eres. ¿Y qué eres, hermano? Eres un hijo de Dios. Él te ha santificado, te apartó para salvación, te limpió y te dio un nombre que es sobre todo nombre: el ser llamado hijo de Dios, un título que ni aun a sus ángeles les concedió. Despedida Antes de despedirse de los hermanos de Melbourne y Adelaide, el Apóstol Naasón Joaquín expresó: “Vuelvo a reiterar y a expresar las palabras que dije dirigí a la Iglesia Universal el 14 de diciembre de 2014: ‘No estáis solos’… ¡Mi Señor va con vosotros! Su hermano Naasón está con vosotros, miles de hermanos alrededor del mundo están con vosotros… Por lo tanto, hermanos de Australia, no estáis solos. Sientan la presencia del Señor a vuestro lado, que como aquel caminante que iba con los discípulos de Emaús, que aunque no le veían, su corazón ardía. “Cuando tú vayas solo no digas que caminas solo: siente que alguien está dentro de ti y que vive en ti, ya que eres templo de nuestro Señor Jesucristo. Si así lo haces, vivirás feliz el resto de tu vida aquí en la tierra, dicha que no se comparará con la felicidad que Dios tiene preparada para ti después de esta vida material en el reino de los cielos. Dios te ayude y en este consejo Dios te fortalezca para que sigas adelante en el camino de nuestro Señor Jesucristo”. El Apóstol del Señor invita a los hermanos de Melbourne a cantar la alabanza 149, ‘Divino compañero del camino’, y agrega: “Cuando te sientas solo, afligido y que nadie está a tu lado; cuando vayas a la oración y estés cantando una alabanza, jamás digas que estás solo. Siente la presencia de Cristo en tu corazón, que él está a tu lado y te está acompañando aún en los momentos más difíciles. Y entonces expresa lo que dijo aquel hombre de Dios llamado Job: ‘Dios me probará pero saldré como el oro’. “Cuando tú sientas que las aguas embravecidas empiezan a penetrar tu cuerpo y comienzas a hundirte, estira tu mano y ahí estará Jesucristo, quien te va a levantar y te va sacar de la profundidad del mar. Mi oración será para que Dios te fortalezca en todo momento”. Para despedirse, elevó la siguiente plegaria al Creador: ‘Bendito Padre celestial, tú sabes cuánto anhelaba mi alma llegar a estos lugares y volver a contemplar, Señor, los rostros de tus hijos. Sé que es un grupo pequeño, Señor, pero tú los amas y por eso me has mandado a ellos, para decirles que no están solos. Ruego en tu nombre, Señor, que les hagas sentir que no están solos, que tú estabas con ellos y en ellos, y que así sigan adelante en este caminar hasta que tú vengas, en el nombre glorioso de tu hijo muy amado Jesucristo”. “Con grande alegría su hermano ha estado con vosotros, para alegrarse en Cristo Jesús. La alegría que Dios nos da es para vivirla aquí en la tierra pero con una mira espiritual: una felicidad que no se puede comparar con la alegría que Cristo nos tiene reservada allá en los cielos. “Hermanos de Melbourne: que alegría siente mi corazón; hermano de Adelaide, qué alegría volverlos a ver. Me despido con mucha alegría, sabiendo que como buenos hijos en la fe que Dios me ha dado, seguiréis firmes y adelante en el camino del Señor. Su hermano desea saludarles a cada uno de ustedes, y decirles que aquí está su hermano a vuestro servicio y para vosotros en Cristo Jesús. Que la paz de Dios quede vuestros corazones y Dios los bendiga. El reloj marcaba las 13:00 horas cuando la Iglesia despidió al Apóstol de Jesucristo con el himno “Como la Aurora”. Posteriormente, tanto los hermanos como las visitas que asistieron, pasaron a saludarlo. Un momento sin duda emotivo: estar ante la presencia de un Apóstol de Jesucristo, que los ama, los lleva en sus oraciones y que es además su padre en la fe. Se escribe así otro capítulo de la historia del apostolado contemporáneo: el tercer continente, después de América y Europa, el país número 16, y la presentación número 159 del Excelentísimo Apóstol de Jesucristo, Naasón Joaquín García. Berea Staff, J.R.G. Share This Previous ArticleApóstol de Jesucristo emprende la 5a Etapa de su Gira Universal Next ArticleEl Apóstol de Jesucristo se despide de los obreros de Melbourne January 17, 2016