HomeAgenda Apostólica¡Dios nos lleva de triunfo en triunfo!: no para vanagloria nuestra, sino para darle siempre la gloria a Él Agenda Apostólica ¡Dios nos lleva de triunfo en triunfo!: no para vanagloria nuestra, sino para darle siempre la gloria a Él (Coordinación de Crónica Apostólica).– El martes primero de marzo, cuando el reloj marcaba las 4:26 de mañana, el Apóstol de Jesucristo, Naasón Joaquín García, acudió al templo de Hermosa Provincia a elevar su oración matutina. En las calles aledañas al templo y en sus atrios, cientos de hermanos lo esperaban para acompañarle en su plegaria al Creador. Entre ellos, destacó la presencia de los alumnos de la Academia de Idiomas. Con su impecable uniforme y portando las banderas de Rusia, Japón, Alemania, China e Italia –países de los cuales estudian el idioma nativo–, los estudiantes hicieron una valla humana para el paso del Apóstol del Señor en su ingreso y salida de la Casa de Oración. Este grupo de jóvenes y señoritas, que en breve saldrán a la Obra del Señor como uno más de los batallones espirituales, cantó las alabanzas “Barro en tus manos” y “Firmes y adelante” en los idiomas aprendidos. Cuando el Siervo de Dios ingresó al templo para elevar su plegaria al Creador, la Iglesia se unió como un solo hombre en una ferviente oración a Dios. El Coro de Hermosa Provincia, quien cantó las alabanzas “Junto a ti” y “A solas al huerto yo voy”, avivó este sublime momento. Cuando el Apóstol del Señor salió de su oratorio, se detuvo por un momento y saludó a los hermanos del Orfeón y a quienes se encontraban en el interior de la Casa de Oración. En su rostro se manifestaba una profunda alegría. Hombres y mujeres –niños, jóvenes, adultos y ancianos– contemplaron con alegría descender por las escaleras del templo al Apóstol de Jesucristo. Con lágrimas rodando por sus mejillas le expresaban: “Le amamos Apóstol del Señor”, “Dios le bendiga y le guarde”… Él, como su padre en la fe, correspondió: “Dios les bendiga, hermanos. Dios les pague por acompañarme. Los amo también en Cristo Jesús”. Al llegar a la puerta de su casa platicó con los ministros que le acompañaron: “Ya pasó un año de la Manifestación Apostólica y el ánimo espiritual continúa firme en la Iglesia. ¡Y qué decir de los niños y los jóvenes de 15 y 16 años! Es una generación que viene con toda su fuerza y valentía para unirse al trabajo espiritual”, refirió. Recordó la importancia de que la Iglesia saliera a las calles y se diera a conocer durante la pasada Ceremonia Internacional de Bautismos: “La sociedad fue testiga del poder de convocatoria que tiene la Iglesia a nivel mundial. Es cierto, lo más bonito para nosotros fue lo espiritual, pero lo que viene para la Iglesia será trascendente. Por ello era necesario salir a las plazas para que la sociedad nos viera, nos conociera. “Además, la sociedad fue testiga de un culto al verdadero Dios (Juan 4:24), celebrado en paz, con sumo respeto y suma reverencia, por tratarse de un evento religioso. Así como la Iglesia celebra tanto de eventos culturales, sociales o académicos en buen orden, ahora miles de personas pudieron contemplar la forma como llevamos a cabo nuestros cultos públicos, lo cual no conocían ni habían vivido. No se trata, sin embargo, de una presunción porque esto viene de parte de Dios”. Recordó la campaña mediática del año 1997, que trató de denostar –sin éxito– al Apóstol Samuel Joaquín y a la Iglesia del Señor con base en calumnias. En aquella fecha, lejos de lo que pensaban los anónimos detractores, la Iglesia se fortaleció aún más en torno a la Elección Apostólica y los hermanos que estaban salidos regresaron al redil de Dios. Ante esa “publicidad negativa” –falsa y tendenciosa–, miles de personas se acercaron a la Iglesia por curiosidad y muchos de ellos se convirtieron al conocer al Apóstol de Jesucristo y sus señales, y contemplar la limpieza, honestidad y pureza de doctrina con que conduce la Iglesia del Señor: todo lo contrario a lo que se decía sin fundamento. ¡Ahora son nuestros hermanos en Cristo! Recordó que algunos medios de comunicación, investigadores, académicos y religiosos actualmente se ocupan de la Iglesia del Señor porque ésta va caminando, sigue avanzado… Cada quien dirá su opinión, pero con ello dirigen los reflectores hacia nosotros. No obstante, es ahí es cuando habremos de demostrar al mundo, con los hechos, quién es la Iglesia del Señor. “¿Algunos de sus trabajos hablarán mal de nosotros? Sin duda. Siempre lo han hecho. Sin embargo, eso no nos amedrenta”. Recordó que en una oración de cinco de la mañana un hermano antiguo –de la época del Apóstol Aarón Joaquín– recordaba que al inicio la gente denostaba a los hermanos diciéndoles “aleluyas”: “¿Qué es un aleluya? Es una gloria Dios. Así es que si nos decían aleluyas, nosotros nos sentíamos orgullosos”, refirió. “¡Y somos aleluyas! Porque somos los que le damos la gloria a Dios”, asentó el Siervo de Dios. Concluyó su plática con la siguiente reflexión: “Dios nos lleva de triunfo en triunfo, no para vanagloria nuestra, sino para darle la gloria siempre a Él, y la Iglesia ha encontrado la forma de darle esa gloria a través de su trabajo. Nuestro triunfo y nuestras victorias están basadas en la ayuda de Dios: Él es quien nos lleva de triunfo en triunfo y no porque el otro fracase. Dios los bendiga, hermanos”. Berea Staff, J.R.G. 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