HomeAgenda ApostólicaPresentación Apostólica en Roma, Italia Agenda Apostólica Presentación Apostólica en Roma, Italia (Coordinación de Crónica Apostólica) — La ciudad de Roma, cuna de una de las civilizaciones antiguas, cuyo poder e influencia se extendieron por Europa, el norte de África y el Medio Oriente, una vez más fue bendecida con la presencia de un Apóstol de Jesucristo. La Iglesia de La Luz del Mundo comenzó a florecer en este lugar desde 1998 cuando el Apóstol Samuel Joaquín envió a los primeros misioneros. Roma fue la segunda ciudad conquistada en Italia, después de Mestre, Venecia. Los hermanos anfitriones se prepararon con mucha alegría para este acontecimiento en Villa Piccolini, la misma ciudad donde recibieron con gran júbilo al Embajador de los cielos, Naasón Joaquín García. Unidos a ellos también estuvieron presentes los ministros y miembros de las iglesias de Messina, Florencia y Nápoles. Para esta presentación apostólica, los niños y niñas anfitriones, esperaron al insigne visitante en la entrada del salón donde haría su arribo. Los pequeños enarbolaban palmas en señal de victoria. A su llegada, sus voces infantiles entonaron un himno en italiano que llenó de júbilo espiritual el corazón del Apóstol. Al entrar en el recinto donde se encontraba el pequeño pueblo reunido y tras hacer una oración de agradecimiento a Dios por este hermoso encuentro, la Iglesia comenzó a cantar en ese mismo idioma: “Oh ese rumor que se escucha cual río de fuerte raudal, calor que se siente en el alma ¡oh Dios! ¿Qué será?… calor que acaricia muy dentro a mi ser, ¡oh, es el Apóstol de Cristo! el hombre escogido por Dios…. ¡Feliz, feliz, somos un pueblo feliz!… ¡Feliz por estar junto a ti! El ministro de Roma, hermano Haziel Arellano, en representación de la Iglesia, dio la bienvenida al Ungido de Dios. Enseguida, los hermanos alzaron sus voces para entonar en idioma italiano, uno de los himnos emblemáticos de esta Nueva Era: “Seguro se halla el aprisco…”, himno que para ellos tiene un significado especial. Saludo apostólico Para su salutación a la Iglesia de Roma, el Varón de Dios retomó y acomodó las palabras que el Apóstol Pablo pronunciara hace dos mil años, en su carta dirigida a los hermanos de esta misma ciudad. Pronunciadas con el mismo orgullo y sentido de pertenencia apostólica y con la seguridad de ser parte de ese linaje espiritual de los apóstoles levantados por Cristo en la era de la Restauración: “Naasón, Siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol apartado para el Evangelio de Dios, a todos los que estáis en Roma, Nápoles y Messina, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. “Primeramente doy gracias a mi Dios, mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo. Porque testigo me es Dios, a quien sirvo mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar me acuerdo de vosotros en mis oraciones rogando que de alguna manera tuviera al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para venir a vosotros, porque deseaba veros para comunicaron algún don espiritual…” Tras el saludo, señaló lo significativo que era su presencia en esa ciudad donde estuvieron tres Apóstoles de Jesucristo: Pablo, Samuel y ahora Naasón Joaquín, con el propósito de derribar la mentira y la maldad que ha imperado durante tanto tiempo. A ello se debe su anhelo, -dijo, de llegar a esas tierras y exclamar que también allí ¡Seguro se halla el aprisco! Enseguida invitó a hacer la diferencia entre el evangelio de salvación y la palabra de corrupción y muerte que sirve para engaño y perdición de la humanidad, cuya cuna y centro de operaciones ha sido Roma, desde donde han actuado con plena libertad. “Más ahora, -exclamó el Apóstol con plena satisfacción-, que también el hermoso Manto de la Elección los ha cubierto, Roma: ¡tu tiempo ha llegado! Tiempo de Gracia, tiempo de perdón, de vida eterna. Heme aquí, vuestro en Cristo hasta el último aliento”. Carta apostólica de Samuel Joaquín desde Roma El Siervo de Dios recordó aquella memorable ocasión cuando en una visita del Apóstol Samuel Joaquín a esta ciudad de Roma, su padre tuvo una manifestación de Dios a través de un sueño-visión, en el año 2012: Observaba la ciudad desde el monte Janículo y veía como se derrumbaba el engaño e iniquidad que a través de la historia la iglesia romana ha impuesto. Fue en esos días que el líder de la iglesia católica renunció a su representación, después de su infructuosa visita a México, donde diez mil jóvenes reunidos en la Torre de la Fe, en Silao, Guanajuato, probaron que había un gran número de creyentes de La Luz del Mundo. Fue en esa fecha cuando el Apóstol de Jesucristo Samuel Joaquín Flores escribió su carta apostólica número 82, de fecha 20 de abril de 2012 dirigida al cuerpo ministerial: “Me veía rodeado de muchos pastores, incluyendo los ministros de Italia. Y yo les exhortaba que, allí donde imperaba el oscurantismo SERÍA UN APOYO PARA LA VERDAD DEL EVANGELIO. Y con gran dolor sentí y comprendí (conociendo mi edad y enfermedad), que ¡no lo verían mis ojos materiales, ni mi cuerpo físico estaría presente!… PERO QUE AHÍ BRILLARÍA LA LUZ DEL EVANGELIO (Mateo 24:14). Yo lloraba, y recordaba la visita de ese engañador a México y que había visto nuestra fe a través de nuestro templo material que ahí se yergue majestuoso, cuando uno de los ministros que está en estos lugares alzaba su voz y decía: “LO VERÁ A TRAVÉS DE MÍ” Y yo les respondía: NO SOLO A TRAVÉS DE TI, SINO DE MUCHOS OBREROS QUE DEJARÁN CAER EL GRANO EN EL PEQUEÑO HUECO DE LA ROCA DURA, y seguía llorando y le decía: ¡A TRAVÉS DE TI Y DE MUCHOS MENSAJEROS MÁS, QUE VENDRÁN A ESTOS LUGARES!… Dios te pague por tus palabras, porque me fortalecen, como la voz de un ángel que me dice: Estoy contigo.” En su alocución –explicó el Siervo de Dios- que aquella revelación escrita en dicha carta, significaba una promesa que Dios le dio, no a la persona sino al Ministerio del Apostolado, semejante a la promesa que Dios hizo a Abraham, Isaac y Jacob; y que únicamente por fe vieron el cumplimiento de aquella promesa, aunque físicamente no lo hayan hecho. De la misma manera el Apóstol Samuel, no alcanzó a contemplar en vida lo que Dios le manifestó aquella ocasión; pero ahora en la persona de él lo estaba viendo, y no solo a los ministros actuales de Italia sino a los cientos de jóvenes enardecidos y llenos de celo espiritual preparados para la conquista de esta ciudad, confirmando así, su deseo de enviar a cien jóvenes capaces, valientes y decididos que hagan florecer en esos lugares la Iglesia del Dios Vivo, Columna y Apoyo de la Verdad, La Luz del Mundo. Con respecto a los bautismos universales efectuados en el mes de febrero de este año, y que coincidieron con la última visita del líder católico a México, expuso que la manifestación del poder de Dios en la Iglesia, no se vio a través de la repartición de folletos o propaganda en contra de la visita papal, pues no había necesidad de ello, “El triunfo no radica en el fracaso del otro sino en el esfuerzo, en la confianza en Dios y en el trabajo propio, porque Dios es el que nos lleva de triunfo en triunfo” –indicó, pues cerca de cincuenta mil almas, tan solo en México, bajaron a las aguas bautismales en las plazas públicas de las principales ciudades, que ese día lucieron pletóricas de almas que bendecían al Señor, al tiempo que se hacía patente la vergüenza de plazas semivacías ante la visita del otrora líder mayoritario. En esa satisfacción y orgullo invitó a la iglesia a entonar la alabanza n. 19 “Al contemplar los cielos y la tierra…” destacando las palabras de la estrofa dos, que alude a la incapacidad de los ídolos hechos por las manos de los hombres, muy diferente a la presencia del único Dios, acerca del cual señala la escritura “no hay otro como él” como expresó profeta Isaías: Yo Jehová, ese es mi nombre y a otro no daré mi gloria, ni alabaza a escultura. (Cf. Isaías 42:8). El conocimiento de Dios y la idolatría Al dar inicio a su ponencia de ese día, el Elegido de Dios indicó que por encontrarse precisamente en Roma, su propósito fue abundar en un tema importante al que tituló: “El conocimiento de Dios y la idolatría”, aclarando con ello que no se trata de una comparación de Dios con los ídolos, pero que era necesario hablar de ello como un deber santo que le es impuesto por la verdad del Evangelio. Una vez hecha la aclaración, invitó a dar lectura en el Evangelio de Juan cap. 17 verso 3: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero y a Jesucristo al que tú has enviado”. Dio inicio a su disertación abundando en la definición de idolatría, la cual no solo es la adoración que se hace a los ídolos, sino también es la consecuencia directa de desconocer al único Dios verdadero. Cuando no existe conocimiento de quién y cómo es el Creador, dicha ignorancia conduce al hombre a postrarse ante aquello que por su origen y naturaleza no es Dios. Tomo apoyo en el pasaje escritural cuando el Apóstol Pablo llega a Atenas y observa un altar dedicado “Al Dios no conocido”, para referir que el hombre sin conocimiento de Dios, se deja llevar por lo que sus ojos materiales miran y debido a ello llega a creer que la divinidad es semejante al oro, o la plata, o a todo aquello para lo cual no encuentra explicación lógica; como en los tiempos antiguos cuando se le atribuía algún poder divino a los cuerpos celestes. (Cfr. Hechos 17:29). En referencia, -explicó el Apóstol de esta Nueva Era, que dentro de la raza humana existe un grupo especial que desciende de un linaje real, de una estirpe única, conocida como los Hijos de Dios, aclarando que toda la humanidad son criaturas de Dios, pero no todos son hijos de Dios. Linaje de Dios es, cuando el Señor deposita en ellos de su Santo Espíritu, que es el sello que los identifica con esa estirpe; Espíritu Santo que ayuda al hombre a ser guiado en Justicia y Verdad, en virtud de convertirse en linaje real, no puede confundirse al grado de pensar que la divinidad es el metal, por más precioso que sea. En su preciosa instrucción, citó al profeta Isaías quien en el capítulo 44 explica a partir del verso 13 el proceso de fabricación de un ídolo: Un hombre que planta pino y ciprés, posteriormente lo derriba y corta leña con la que hace fuego para cocinar y calentarse, para cocer carne, etc., y después toma de las sobras una parte y le da figura y le dice: Tu eres mi Dios; pero que sin embargo, aunque se le dibujen ojos hermosos no ve, aunque le formen sus oídos, no oye… tiene que ser llevado por la turba, debido a que no se mueve por sí mismo. Y en esa confusión, el hombre no advierte que es él, quien tiene poder sobre ese leño. Más adelante hablo sobe la importancia de entender lo que dijo el Señor Jesucristo: “conocer a Dios y a su Hijo”, porque de ello depende la vida eterna. Citó el libro Jeremías 9:23 “Así dijo Jehová: no se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico en sus riquezas, más alábese en esto el que se hubiere de alabar; en entenderme y conocerme…” Porque conocer a Dios es la riqueza más grande que el hombre pueda poseer –señaló. Cómo se conoce a Dios El Apóstol del Señor aclaró que el propósito de este tema doctrinal, no es criticar la fe de aquellos que han sido engañados, sino exponer a esos líderes religiosos que por siglos han confundido a la humanidad con sus doctrinas de error, y señaló que la forma de conocer a Dios es aquella que narra el pasaje bíblico en el libro de los Hechos de los Apóstoles, cuando Felipe, guiado por el Espíritu de Dios, salió al encuentro del eunuco, quien leía en su carruaje al Profeta Isaías. Felipe le pregunta, ¿Entiendes lo que lees?, la respuesta de aquel eunuco fue negativa, porque “¿cómo entenderé si no hay quien me explique?” Esta respuesta ilustra –dijo, que para conocer a Dios hay que entender, y para entender se hace necesario un Enviado de Dios que explique al hombre los misterios del Altísimo. Continuó su ponencia, señalando que a diferencia de los santos que indagaron en qué tiempo y en qué persona se manifestarían las promesas profetizadas, a los cuales fue revelado que no era para ellos; el eunuco sí alcanzó el conocimiento de Dios, pero por medio de la predicación del evangelio revelado por Dios a sus apóstoles. (Cfr. Romanos 10:14-15) Fue a los apóstoles a quienes Cristo dijo: “Id y haced discípulos”, quienes enviados por un Apóstol de Jesucristo llevan el conocimiento del verdadero Evangelio de salvación y vida eterna, que es conocer a Dios y a Jesucristo. Más adelante citó el libro de Salmos 19:1-4 que habla la forma en que Dios se manifiesta a la humanidad a través de sus majestuosas obras: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento anuncia la obra de sus manos…” sin embargo, el hombre siempre ha buscado sus propias explicaciones acerca de la creación, con el absurdo propósito de anular la gloria de Dios. Así retomó las palabras de Cristo referidas en aquella emblemática oración: “Te alabo oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas de los sabios y de los entendidos y se las hayas revelado a estos pequeñitos (sus apóstoles), si Padre, porque así te agradó”. Solo hay un Dios y no tiene figura En este sentido, -indicó el Ungido de Dios: “no es culpa de Dios que el hombre lo desconozca y no busque su salvación, sino más bien la necedad del hombre que cierra su corazón para no saber de Él, cierra sus oídos para no escuchar e incluso hay quien prefiere seguir viviendo en la mentira de la idolatría por su tradición, por costumbre, que volverse al Dios vivo y verdadero”. En la carta paulina a los Gálatas resalta una vez más la importancia de conocer a Dios; porque ellos, -explica Pablo, por esa ignorancia, servían a lo que por naturaleza no es Dios. (Cfr. Gálatas 4:8) Así mismo recuerda a los Corintios que aunque hay algunos que llamen dioses, para los del linaje escogido, solo hay un Dios. (Cfr. 1ª Corinitos 8:5.) Poco antes de finalizar su tratado doctrinal, abundó en la riqueza que significa tener el conocimiento de Dios, riqueza que no se puede comparar con ninguna otra. Explicó que fue precisamente en la ciudad de Roma donde el Apóstol Pablo exhortó a los hermanos sobre este particular (Cfr. Romanos 1:21) y pidió que se leyera con detenimiento el capítulo cuatro del libro de Deuteronomio, donde Dios mismo recomienda al pueblo por medio de Moisés, guardar sus almas de corromperse, “pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros” -puntualizó. En medio del vívido fervor espiritual que se experimentaba con su mensaje, evocó la manifestación de Dios al apóstol Aarón Joaquín aquel 6 de abril de 1926, para demostrar que aunque Dios utilizó estrellas del cielo para formar el nombre de Aarón, nunca se ha establecido en la Iglesia que se adoren esos cuerpos celestes. Explicó que Dios utiliza imágenes para dar a entender una promesa, una profecía a su Enviado, como cuando le habló al apóstol Samuel Joaquín en una bella manifestación del ángel que describe el libro de Apocalipsis capítulo 10. El Santo Apóstol del Señor aclaró que el conocimiento impartido por todos los Siervos de Dios, enseña que Dios no tiene figura y que él mismo como Apóstol de Jesucristo, testifica que Dios es espíritu, el cual no tiene semejanza ni comparación alguna; que estas verdades no se pueden dejar en el silencio y permitir que la mentira triunfe sobre la verdad, como predican y fomentan los guías ciegos, quienes se dedican a ejercer el comercio de la fe, engañando a los buenos corazones que desean servir a Dios y a cambio tienen que pagar con dinero un supuesto perdón. Conclusión “Hoy ha resplandecido la Luz de Cristo y de Dios para detener el ministerio de iniquidad, la iglesia del Dios Vivo columna y baluarte de la verdad que con valentía siempre protestará y predicará la verdad de Jesucristo…” –dijo el Enviado de Dios, al señalar que es satanás quien busca quitar la honra a Dios a través de los ídolos muertos, pues las sagradas escrituras dan testimonio de que al mismo Cristo le ofreció lo que no le pertenecía a cambio de postrarse para rendirle adoración. Es él (satanás) quien siempre ha deseado usurpar el lugar de Dios y se aprovecha de la ausencia del conocimiento de Dios en los hombres para confundir sus corazones. El pueblo de Israel, aun viendo las manifestaciones y poder de Dios en su liberación, cuando aún tenían un conocimiento superficial de quien era el Señor, solicitaron a Aarón que les hiciera dioses porque en ese momento no estaba con ellos el Elegido de Dios, que era quien les impartía el conocimiento de Dios. (Cfr. Éxodo cap. 32). Al concluir, exhortó a sus discípulos resaltando el hecho, de que cuando los padres cumplen con su deber de ser maestros de su simiente, cuando padres e hijos conocen a Dios; la Iglesia permanece triunfante y no existe argumento humano que los haga caer o tropezar, en virtud de lo cual, no solo no se debe olvidar cómo y quién es Dios y como se le debe adorar, sino que también hay que darlo a conocer a aquellos que los que lo ignoran. Finalmente pidió al hermano P.E. Benjamín Chávez, dar lectura en voz alta al Salmo 115, cuya composición fue revelada a un Siervo de Dios con el propósito de incitar al pueblo a dar la gloria a Dios. Invitó a la Iglesia universal a escuchar con atención y recordar ¡quién es Dios! Despedida Para despedirse pidió entonar el himno 477: “¡Santo, Santo, Santo, Señor omnipotente, siempre el labio mío, loores te dará…!” y se dirigió a las iglesias reunidas: Roma, Nápoles, Messina y Florencia, para despedirse de ellos, con las palabras de la carta del Apóstol Samuel Joaquín, en la que expresa la esperanza de ver muchas casas de oraciones en ese lugar y la respuesta de muchos obreros que atiendan a su llamado y que ahora él, en su autoridad, les anunciaba que los obreros ya están listos, que la juventud ya está enardecida para ir a predicar el evangelio, por lo que Italia sería conquistada para Cristo. “Me voy feliz, sabiendo que mi presencia en este lugar garantiza la bendición de Dios” –dijo al despedirse- y expresó su alegría por haber estado entre ellos, asegurando que en sus oraciones, los hermanos de Italia siempre han estado presentes, igual que en ese momento oraría por ellos para dejarles no solo su bendición, sino también el cumplimiento de lo que Dios les prometió a su Siervo Samuel y a él mismo, aquél 8 de diciembre del 2014. Al bajar de su Ministerio, saludó personalmente a cada hermano presente en tanto que el coro entonaba alabanzas en italiano. Tuvo atenciones para cada uno de ellos, incluyendo a los niños, a los ancianos con quienes iba a su encuentro, a los ajenos a la Iglesia, quienes también se acercaron a él, incluso una mujer académica que fue invitada a su presentación de ese día le refirió estar haciendo un estudio sobre la Iglesia La luz del Mundo. Los hermanos derramaron su alegría manifestada en lágrimas y como hijos recostándose en el regazo de sus Padre, recibieron su confortación y consuelo, tomando fuerzas para seguir adelante. Fuente: Coordinación de Crónica Apostólica. [envira-gallery id=”15147″] Berea Staff, J.R.G. Share This Previous ArticlePresentación Apostólica en Venecia, Italia Next ArticlePresentación Apostólica en París, Francia July 7, 2016