HomeAgenda ApostólicaDesde California, el Apóstol Naasón Joaquín preside la Ceremonia de Bienvenida a la Primera Santa Cena Nacional en Estados Unidos Agenda Apostólica Desde California, el Apóstol Naasón Joaquín preside la Ceremonia de Bienvenida a la Primera Santa Cena Nacional en Estados Unidos (Coordinación de Crónica Apostólica) — El sábado 10 de febrero de 2018, el Apóstol de Jesucristo, Naasón Joaquín García, presidió la Ceremonia de Bienvenida a las delegaciones que participarán en la primera Santa Cena Nacional en Estados Unidos, que tendrá lugar el día 14, en el Helen Glen Amphitheater —la mayor sala de conciertos al aire libre en EE. UU., con capacidad para recibir 65 mil personas—, situado en San Bernardino, California. Desde temprana hora, cientos de automóviles arribaron al espacioso estacionamiento del citado auditorio. Luego de descender de sus vehículos, los invitados a la fiesta más grande de toda la tierra caminaron, junto con sus familias, con dirección al monte donde esta mañana tendría lugar la citada ceremonia.. Se contaban por miles los invitados que se dirigían con particular regocijo al lugar preparado para la ‘Pascua espiritual’. A semejanza de cuando las tribus de Israel subían al monte de Jerusalén, pero con mayor gloria, la Iglesia del Dios Vivo Columna y Apoyo de la Verdad, procedente de África, Asia, Oceanía, Estados Unidos, Canadá, Haití, República Dominicana y Guadalajara (Zona Metropolitana de Guadalajara), se dirigía al recinto sagrado. Previo a la Ceremonia de Bienvenida, hermanas y hermanos cantaron alabanzas mientras la grey esperaba anhelante el arribo del Apóstol de Jesucristo en esta histórica fecha. Durante más de cuatro horas siguieron ingresando hermanos al espacioso auditorio. A las diez de la mañana dio inicio el acto solemne. Entre los invitados especiales, destacaron empresarios, deportistas, mayores, asambleístas y congresistas estadounidenses, así como un senador de la república —procedente de México—. Algunos de los invitados, hicieron uso de la palabra y dieron la bienvenida a los Estados Unidos a los delegados asistentes. Luego de la participación de los invitados especiales, inició la consagración previa al arribo del Ministro del Nuevo Pacto, el Apóstol de Jesucristo, Naasón Joaquín García. Presidió el servicio el hermano P.E, Juan H. Riviello, El reloj marcaba las 11:20 de la mañana cuando el Embajador del reino de los cielos ingresó al pletórico recinto. El Coro de Estados Unidos —conformado por 1,200 voces—, entonaba en ese instante la alabanza «El Apóstol de la consolación», que narra el sublime Llamamiento del Apóstol Naasón Joaquín. En un solo sentir, el que produce Dios tanto en el querer como el hacer, la Iglesia recibió al Apóstol de Jesucristo con singular algarabía —la espiritual, la que procede de creer en un Enviado de Dios—. En una sola voz, estentórea y vibrante, se resumieron las manifestaciones de fe, amor, gratitud y reconocimiento de parte de la Iglesia quien viene en nombre del Señor. Lágrimas rodando por las mejillas, voces de júbilo, corazones inundados por la paz de Dios… Se cumplió lo profetizado por Cristo: «Yo soy el buen pastor; y conozco a mis ovejas, y las mías me conocen… oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen» (Juan 10:14, 27); y por el profeta Malaquías: «… y saltaréis como becerros de la manada» (Malaquías 4:2). Al subir a su ministerio, cuando el reloj marcaba las 11:25 horas, el Apóstol Naasón Joaquín invitó a la Iglesia a elevar la oración de adoración a Dios y a su hijo Jesucristo. En ese instante, la ferviente plegaria —que en un instante se transformó en un avivamiento espiritual— se fusionó como un solo hombre. La Iglesia Universal, que siguió la transmisión en vivo a través de Berea Internacional, se unió a la citada plegaria. Para ese momento, el Cuerpo Ministerial —pastores, diáconos y encargados invitados a esta festividad espiritual— se encontraban en sus lugares asignados. Con la Primera Santa Cena Nacional de los Estados Unidos se inicia una nueva etapa en la Historia de la Iglesia Luego de la oración de adoración, en el magno auditorio —que se encuentra al aire libre—, rodeado de montañas y de la naturaleza llana —un paisaje similar al sitio donde fue pronunciado el sermón de la montaña—, el Apóstol de Jesucristo dio inicio con el momento esperado: la Ceremonia de Bienvenida. Luego de la salutación apostólica, el Siervo de Dios dio inició con la esperada ceremonia: «En este día histórico, Dios nos permite empezar una nueva etapa en la Historia de la Iglesia… nos permite que en este gran país seamos respetados dentro del marco de la ley, De esta oportunidad se escribe una nueva historia: una Iglesia que crecerá en abundancia y que prosperará en grande manera. Somos parte de esta historia», asentó. Enseguida, agradeció a las personalidades que estuvieron presentes en la histórica ceremonia: «Mi saludo va en agradecimiento de todos los asistentes a la Santa Convocación 2018. Rogamos para que Dios les llene de un espíritu de justicia y bendiga a sus personas y familias. Como cristianos, cumpliremos con la enseñanza divina de orar por las autoridades constituidas por Dios, rogando sabiduría para que desempeñéis con éxito la encomienda que os fue confiada. «La Iglesia la Luz del Mundo es respetuosa de sus gobernantes y del marco legal de cada país. Los miembros de esta Iglesia son buenos cristianos y, por lo tanto, bueno ciudadanos. Consideramos que el Evangelio de Jesucristo, el cual vivimos y practicamos todos los días, tiene un impacto social en nuestras comunidades donde vivimos. Somos enseñados en los valores de la unidad, la fraternidad y el progreso de nuestras naciones. Por ello, nuestro compromiso es predicar y practicar este Evangelio que dignifica a las personas a las que llega. ¡Sean bienvenidos a esta nuestra festividad! El propósito de celebrar la Santa Cena: conmemorar el sacrificio redentor del Señor Jesucristo Enseguida, se dirigió de nuevo al Pueblo de Dios: «Iglesia amada del Señor: ¡Heme aquí! Nos hemos reunido con el único propósito de conmemorar el sacrificio redentor de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a través de la Santa Cena. Unidos como una familia —la familia de la fe—, con una inmensa alegría de volvernos a ver. De manera que al llevar a cabo esta Ceremonia de Bienvenida, porque de diferentes continentes nos hemos reunido para venir hacer un solo cuerpo en Cristo». En este tenor, invitó a cantar el himno n. 139, «Del Oriente y Occidente vendrán», y comentó: «Hoy estamos viendo cumplida esta hermosa profecía, que aunque no se pudo invitar a toda la Iglesia de Estados Unidos —se redujo a un número— por el espacio que se nos permite… pero llegará el momento en que la Iglesia del Señor en Estados Unidos se reunirá en la Ciudad La Luz del Mundo en Atlanta, Georgia. Los hermanos de Guadalajara, que siempre se quedaban para recibirnos cuando íbamos a la Santa Cena en Hermosa Provincia —ocupados en las atenciones del hogar y en la preparación de los alimentos— pasaban las festividades sin prestar la atención necesaria durante las oraciones… Hoy, sea en Estados Unidos, El Salvador o Colombia, serán siempre invitados para que participen de esta bendición, por tantos años que ellos nos atendieron y lo seguirán haciendo. «Esta es la respuesta de Dios al crecimiento y prosperidad que la Iglesia de Jesucristo va mostrando. De manera que deseo que sintáis que sois abrazados y cubiertos por sus alas: ¡Que han llegado a su hogar! Su Hermano Naasón los estaba esperando y hoy mis brazos se abren para darles la bienvenida. Alguno dirá que esta no es la Hermosa Provincia, que no es una colonia de hijos de Dios, que es un lugar donde se presentan artistas… sin embargo, ¡Vosotros sois la Hermosa Provincia! ¡Vosotros sois el gozo de toda la tierra!… Postura de la Iglesia La Luz del Mundo en los Estados Unidos En otro momento, se dirigió a los visitantes —los presentes y los físicamente ausentes—, a quienes dijo: «Quienes venimos a este país, lo amamos, lo respetamos, honramos su bandera y su lábaro patrio, porque esta nación nos ha abierto los brazos para poder prosperar… la Palabra de Dios, es una palabra que no amenazará la estabilidad de esta nación, sino todo lo contrario: la apoyará, porque esta doctrina nos hace ser muy buenos cristianos y a la sociedad nos presenta como muy buenos ciudadanos… El crecimiento de la Iglesia del Señor para esta nación, y para todas las naciones, está amparado por la mano de Dios. Triunfantes hemos llegado a esta ciudad, y exclamamos con seguridad y alegría: ‘No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad’ (Salmos 115: 1). ¡No somos una asociación! ¡No somos un grupo social! ¡Somos la Iglesia formada por Cristo hace más de dos mil años! «La Iglesia del Dios Vivo Columna y Apoyo de la Verdad. La Luz del Mundo, es un Iglesia con presencia internacional, establecida en 56 países. ¡No somos una asociación! ¡No somos un grupo social! ¡Somos la Iglesia formada por Cristo hace más de dos mil años! No somos una iglesia igual o parecida a otras: somos la misma Iglesia que fundó Jesucristo, el Salvador del mundo, que cuando estuvo en la tierra dijo: ‘Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder’ (Mateo 5:14). El nombre de la Iglesia no fue una ocurrencia nuestra ni un análisis de mercadotecnia; este nombre fue designado por la voluntad de Dios: ¡Él fue quien le puso el nombre a su Iglesia! Nos identifican unas características que son únicas e inimitables: a) Creemos en un solo Dios. b) Creemos en su Hijo amado Jesucristo. c) Creemos en su único evangelio Santo. Creemos en su verdad eterna. e) Creemos en su salvación. Creemos en la vida eterna. «Jesucristo formó una Iglesia, que es la Esposa de Cristo. Él es quien la cuida, la protege, la alimenta y la viste. El alimento es su Palabra bendita, que día a día nosotros oímos en los templos, la cual no solamente hace nacer la fe en nuestro corazón y la alimenta, sino todavía aún mejor: la va perfeccionando día a día. Su vestido es una blanca vestimenta de pureza y santidad, la cual, a través de los hechos y la conducta de los hermanos —la doctrina hace ese cambio de vida—, se muestran como cartas abiertas para el mundo. La Iglesia se inicia con los Apóstoles, siendo Jesucristo la parte más importante en este grande edificio espiritual «Esta Iglesia tiene un fundamento especialmente puesto por Dios, como lo describe el Apóstol Pablo: ‘Edificaos sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo’ (Efesios 2:20). La institución llamada Iglesia se construyó con Cristo, como piedra angular, y con el fundamento de los Apóstoles y profetas. La Iglesia se inicia con los Apóstoles, siendo Jesucristo la parte más importante en este grande edificio espiritual. Somos una iglesia respetuosa de Dios, de las Leyes, de las autoridades legítimamente constituidas y de los derechos humanos. «Impulsamos la superación personal a través de la educación, promoviendo los estudios superiores entre los jóvenes y toda la membresía, construyendo universidades. Impulsamos la superación de las familias a través de la construcción de viviendas dignas en las colonias Hermosa Provincia… y ahora, en la Ciudad La Luz del Mundo, como en Atlanta, Georgia; San Salvador, El Salvador; Managua, Nicaragua; y próximamente en Medellín, Colombia… Pero el trabajo más importante que me ha encargado Dios, es la superación espiritual de su Pueblo: ser mejores hombres y mujeres cada día, no para recibir reconocimientos de los hombres, sino para estar en gracia con Dios y tener su paz en lo más profundo de nuestra alma, así como su amor y fe en nuestros corazones. Estamos unidos, por medio de la fe, a Dios y a su hijo Jesucristo». La Iglesia de Jesucristo tiene sus propias formas y los mismos caracteres que distinguen a fundador: como Cristo es Santo, también ella es santa En este tenor, el Apóstol del Señor abundó: «A todos los hombres, por más materialistas que sean, les llega el momento en que necesitan el consuelo; necesitan la ayuda de Dios. Y cuando la buscan la encuentran… Lo dijo el Apóstol Juan: ‘Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna’ (Juan 3:16). Nuestra confortación espiritual es la respuesta de adorar a un Dios Vivo, a quien no lo podemos ver: no lo tocamos con nuestras manos, pero qué hermoso podemos sentirlo en nuestra alma; ¡Qué bello es nuestro Dios!, no tiene rostro humano ni tiene rasgos físicos, pero que bello es su Espíritu… Qué grandioso es tan sólo pronunciar su nombre. ¡Jesucristo, no hay otro nombre más poderoso en esta tierra! «La misión de Jesucristo debe extenderse a todas las naciones, pueblos y razas. El Señor solo se manifestó cuando vino a la tierra en su cuerpo humano, en un periodo corto de tiempo, y en una sola comarca. Era necesario, entonces, continuar su Obra en su nombre y con su ayuda… Y por ello restauró su Iglesia, para continuar la redención y para que se extendiera a todas las naciones. Hoy puedo decirle a Jesucristo con toda mi satisfacción: ¡Señor: tu Iglesia ha crecido y sigue avanzando! Ahora es más conocida y está cumpliendo su compromiso contigo: está visible en el mundo. «La Iglesia tiene sus propias formas, los mismos caracteres que distinguen a fundador: como Cristo es Santo, también ella es santa; como Cristo es inmortal, también la Iglesia es inmortal… La iglesia es única porque es la Esposa de Cristo… Jesucristo tiene una sola esposa, como lo dice el libro de Cantares 6: 8-9: ‘Sesenta son las reinas, y ochenta las concubinas, y las doncellas sin número, mas una es la paloma mía, la perfecta mía…’». Cristo estableció una sola Iglesia y es esposo de una sola, no de muchas ‘iglesias’ Más adelante, expresó: «Podemos aparecer como exclusivistas —por no creer que haya más ‘iglesias’—, pero esta es la realidad y la verdad de Dios. Cristo formó una solo Iglesia y es esposo de una sola… y en aquel día solamente vendrá por su esposa. ¡Esta es la Iglesia de Jesucristo, la que estaba oculta en el desierto, y hoy ha salido resplandeciente como escuadrón imponente, hoy vuelve a salir para encontrarse con su Señor». Enseguida, comentó: “Hoy vienen a mi mente aquellas palabras hermosas, pero a la vez tristes, expresadas por nuestro maestro y dedicadas a su Pueblo, a quien quiso juntar y reunir… Pero, con especial referencia, hoy lo hago no como en aquella ocasión, sino en un sentido contrario: en aquel Monte del Olivar él dijo con frustración, dolor y tristeza, al ver que no logró convencer a Israel: ‘… ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina junta a sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!’ (Mateo 23:37). «Con toda certeza, hoy puedo decirles que también yo imaginé este momento hermoso: ver unidos a los hermanos en este gran país, en un solo Pueblo, con un solo propósito, una sola fe, un solo Dios, y en la unidad perfecta de los hijos de Dios: ‘Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Un cuerpo y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación. Un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos y por todos y en todos’ (Efesios 4: 3-5). «Hoy, nuestra convocatoria es para esta unidad. Venimos a participar de un mismo pan y de una misma copa. ¿Qué significa esto?, la unión con el cuerpo de Cristo: un cuerpo, un espíritu, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, con el cual, a través de esta Santa Cena, volveremos a quedar integrados a Él… Y esta participación es imprescindible para la salvación de nuestra alma». «Bienvenidos al hogar»: saludo apostólico a las delegaciones invitadas En otro momento, el Embajador de Cristo recordó el testimonio de Jacob, quien, cansado de caminar, se acostó a dormir y soñó que había una escalera que llegaba el cielo y que en ella bajaban y subían ángeles. Al despertar, exclamó: ‘Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía’ (v. Génesis 28: 12, 16); a lo que el Siervo de Dios agregó: “Hoy puedo decirles lo mismo. Este es un lugar donde los ángeles subirán y bajarán; pero lo más importante es que aquí está Dios con nosotros. Él bajará y estará a nuestro lado en nuestras oraciones, en nuestros cantos y en nuestro corazón…. estará fusionado contigo, en la unidad perfecta de los hijos de Dios. «Este lugar de Estados Unidos se convierte en el más importante de toda la tierra, ya que aquí tendrá lugar el acontecimiento espiritual más relevante que formará también parte de la historia de este bello país: la Santa Cena. Por ello, reunidos bajo la mano de Dios y provenientes de diferentes continentes, hoy quiero darles la bienvenida a esta ciudad y a esta festividad; decirles a todos: ‘Iglesia del Dios Vivo Columna y Baluarte de la Verdad, sean bienvenidos a este vuestro hogar, a esta vuestra fiesta, donde tendremos la comunión con nuestro Dios’». En aquel momento el Coro nacional cantó la alabanza “La Iglesia se viste de sol”. El Apóstol de Jesucristo pidió a su esposa, la hermana Alma Zamora, y a la hermana Eva García, que, en nombre d ella Iglesia, dieran la bienvenida a las delegaciones procedentes de África, Asia, Europa y Oceanía, así como a los 50 estados de EE. UU., y la Zona Metropolitana de Guadalajara (México). El hermano P.E. Samuel Gray comenzó a dar la bienvenida a las citadas delegaciones en el idioma del país anfitrión: el inglés. Inició la ceremonia con las delegaciones del continente africano —Cabo Verde, Gabón, Ghana, Guinea Ecuatorial, Etiopía, Nigeria, Sao Tomé y Príncipe y Sudáfrica—. Los ministros —acompañados por los delegados—, se conducían sucesivamente al frente del auditorio al escuchar el nombre de sus países, acompañados de las banderas de sus respectivas naciones. Cuando pasó la delegación de la India —procedente del continente asiático—, el Apóstol de Jesucristo expresó: «Bienvenidos al hogar. Soy testigo de las reuniones que estáis teniendo en aquel país, y de cómo la gente corre con esa necesidad de escuchar la Palabra de Dios. He escuchado sus servicios, en donde una calle entera se llenó de almas deseosas de escuchar la Palabra de vida. Dios los siga prosperando. Dios tiene un grande Pueblo en la India». Enseguida, en el mismo tenor, se sucedieron los otros países asiáticos: China, Filipinas, Israel, Vietnam… El Siervo de Dios, con grande satisfacción, afirmó: «Asia ha abierto también sus puertas al Evangelio de Jesucristo». Cuando se nombró a la delegación de la Zona Metropolitana de Guadalajara (México), el Apóstol Naasón Joaquín se refirió a ella: «¡Guadalajara, bienvenida al hogar!, ¡venid benditos de mi Padre a la Santa Cena que Dios ha preparado para vosotros!». La Iglesia, que durante décadas ha preparado sus hogares para recibir a los hermanos y hospedarles, ahora, como invitados especiales, reciben la hospitalidad de los hermanos de Estados Unidos. En Estados Unidos, hoy se empieza a escribir un libro que tiene muchas hojas… en él se escribirá y se seguirá escribiendo la historia A las 12:32 de la tarde concluyó el pase de las delegaciones. Acto seguido, los Coros se fusionaron en una sola voz y entonaron el himno «Del celeste país», que en una de sus estrofas refiere que de la ciudad celeste «no se ha dicho ni aún la mitad». Al término de la alabanza, el Mensajero del Evangelio eterno comentó: «En lo que hemos leído de los libros de la profecía, no se refiere a una ciudad material… yo veo a esta hermosa ciudad preciosa y bella; sus calles las veo de oro, sus puertas de perlas y sus muros de jaspe»; y agregó: «Veo una grande hermosura en vosotros, Ciudad de Dios; porque vosotros ‘sois la luz del mundo’, una ciudad asentada sobre un monte que no se puede esconder. ¡Vosotros sois la imagen de aquella ciudad que está preparando mi señor Jesucristo. Pero vosotros soy solamente el comienzo, pues de esta ciudad que será hermosa, radiante y próspera no se ha dicho ni aún la mitad». Al referirse a los Estados Unidos, destacó que actualmente la Iglesia del Señor tiene presencia en cada estado y que al recorrer las carreteras de un lado y de otro, se contemplan templos hermosos. Sin embargo, expresó: «Hoy yo te veo pequeña, pero crecerás y te multiplicarás. La Iglesia del Dios Vivo crecerá y llegará hasta los confines de la tierra, como lo prometió nuestro señor Jesucristo. Hoy se empieza escribir este libro; pero este libro tiene muchas hojas, y en ellas se escribirá y se seguirá escribiendo». Enseguida, invitó a pasar al frente a cada representante de cada delegación: el hermano Mike Standler, de Redlands, California, representó al continente americano; el hermano Gabriel Muñoz, de Badajoz, España, a Europa; el hermano Benjamín Villa, ministro en Filipinas, a Asia; el hermano D.E. Víctor Mascorro, ministro de Guínea Ecuatorial, a África; la hermana Leslie Duque, de Sídney, Australia, a Oceanía. Por su parte, invitó a dos hermanos con capacidades diferentes: a la hermana silente Adriana de la Riva —de Long Beach—, y la hermana Petra Magaña, quien se encuentra imposibilitada para caminar. A ellas, expresó: ‘Si aquí en la tierra les tocó vivir en su cuerpo alguna discapacidad, yo les digo: ‘Mi Señor les está preparando un cuerpo celestial. Ese es un cuerpo perfecto y está acondicionado para vivir eternamente a la diestra de Dios. Por eso, si este cuerpo se deshiciera, de Dios tenemos un cuerpo perfecto, el cual Él ha prometido’». Enseguida invitó a pasar a la niña Cesia González, de Montana, y dijo: “No se puede decir que la niñez es la Iglesia del futuro: es la Iglesia del presente, quien ha trabajado juntamente con nosotros». En representación de la iglesia de la tercera edad, pasó la hermana Josefina Grey, de San Antonio, Texas, quien fue la primera hermana bautizada en Estados Unidos, a quien honró de manera particular por su perseverancia y testimonio de fe. En un efusivo abrazo, el Apóstol y la Iglesia festejan la bienvenida Antes de finalizar la ceremonia, a las 12:55 de la tarde, el Apóstol del Señor dio el abrazo de bienvenida a la hermana Josefina Gray, primera piedra de la Iglesia de Estados Unidos. Designó a las hermanas Alma Zamora y D. Eva García, así como a los hermanos P.E. Uzziel Joaquin, P.E. Benjamín Joaquín, P.P. Leandro Ramírez, Adoraim Joaquín y Eldaí Joaquín a dar el abrazo a los citados representantes de los continentes. Invitó también a la iglesia a hacer lo propio, a que cada hermana y hermano voltearan a su lado y se dieran un efusivo abrazo. El ambiente fraternal, de paz, de solaz y de comunión espiritual fue enmarcado por las notas de los coros, quienes entonaban el himno “Bienvenido”. Una página inolvidable en la nueva era del apostolado contemporáneo. Antes de despedirse, el Apóstol Naasón Joaquin recordó: “Anhelamos llegar a esta Pascua de Cristo… hoy estamos todos unidos para hacer historia. La Iglesia del Dios Vivo conquistará, con la Palabra de Dios, a esta hermosa nación… Su Hermano Naasón ha preparado un alimento espiritual que Dios ha puesto en mi corazón para fortalecer vuestra fe, que es la Palabra que estarán hablando los ministros, la cual es buena para que llegues preparado a este momento santo, en el cual participaremos del pan y la copa, que es el cuerpo y la sangre del Señor. «Escucha y atiende a la Palabra de Dios que se nos habla; disfruta espiritualmente de vuestra estancia en esta Hermosa Provincia, que hoy es California. Gocémonos y alegrémonos en el Señor, solamente los impíos estarán buscando estar en diferentes lugares fuera de este lugar. Los que no son de Dios buscarán alejarse de este ‘campamento espiritual’, pero mi casa y yo serviremos a Jehová. Los hijos que Dios me ha dado, conforme a la fe de Dios, estaremos en este lugar alegrándonos en su Santa Palabra… El Señor los bendiga y los guarde en el nombre de Cristo Jesús. El reloj marcaba las 13:02 de la tarde cuando el Embajador de Cristo se despidió de la Iglesia. Antes, se detuvo por unos instantes en el área principal del recinto y, dirigiendo las manos a sus labios, envió un simbólico ósculo de amor. Al final, los hermanos se volvieron a abrazar, otros más oraron de nuevo y dieron gracias a Dios por ser invitados a esta histórica Santa Cena Nacional. La Paz que inunda en este lugar, previo a la Santa Cena, es una oasis espiritual de recreo para el alma. Fuente: Coordinación de Crónica Apostólica. [srizonfbalbum id=2643] Berea Staff, J.R. 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