HomeAgenda ApostólicaLa oración del Justo se escuchó en Hermosa Provincia Agenda Apostólica La oración del Justo se escuchó en Hermosa Provincia “Somos imitadores de Cristo, día a día buscamos ser imitadores de Él. Imitamos su vida, imitamos su hablar, imitamos su trabajo todos los días…” — Apóstol de Jesucristo, Naasón Joaquín García (Berea Internacional) — La Iglesia del Dios Vivo, Columna y Baluarte de la Verdad: La Luz del Mundo; se regocijó con la presencia del Apóstol de Jesucristo Naasón Joaquín García, al acompañarle en la última oración del año espiritual de la Iglesia del Señor. Los coros acompañaron las palabras del Siervo de Dios con sus alabanzas de adoración al Señor y alegraron el corazón de los hermanos que llenaban las calles adyacentes a la Glorieta Central, así como los atrios del templo sede internacional. El Apóstol de Jesucristo se alegró al ver a la Iglesia del Señor venir a darle la adoración a Dios y agradecerle todas sus bondades, estuvieron presentes los coros de hermanos grandes y el de jóvenes de Hermosa Provincia y el coro de niños de Bethel, a quienes el Varón de Dios se detuvo unos minutos a escuchar su alabanza. Al término de su oración, dirigió sus pasos hacia la casa apostólica donde se dirigió un consejo al cuerpo ministerial que le acompañaron y pidió le informaran acerca de cómo va la organización en las sedes y subsedes para dar el hospedaje a todos los hermanos que vienen a la Santa Convocación 2018. Enfatizó que solo la Iglesia del Señor realiza una actividad como ésta, de que los hermanos de Guadalajara y la Zona Metropolitana, reciban en sus casas a la familia de la fe sin tener alguna desconfianza, al contrario, con la alegría de servir y apoyar el trabajo apostólico. A esto, el Apóstol del Señor expresó: “Pueden imitar muchas cosas de la Iglesia, vestir de largo, algunos cantos, pueden pedir el Espíritu Santo, pueden bautizar como lo hacemos nosotros en lo externo; pero no pueden imitarnos en la fe, la fe es a través del Espíritu, que es la verdadera palabra de Dios, porque la fe entra a través del Espíritu de Dios; porque los profetas, hombres de Dios, dirigidos por Dios, indagaban, buscaban, estudiaban; para encontrar en qué tiempo, en qué persona; y a ellos, que tenían el contacto de Dios directo, les decía: Esto no es para ustedes. Quiere decir que la palabra de Dios, la verdadera palabra no la letra, estaba reservada para los hijos de Dios… Las palabras que, aparentemente parecen sencillas, tienen un inmenso valor en cada uno (Mateo 11:25), porque no es del que quiere ni del que corre; sino de quien Dios tiene misericordia, que cada hermano que bajó a las aguas del bautismo y que fue sellado, tiene que valorar lo que Dios le está dando; una oportunidad única que no es para todo el mundo; fue reservada únicamente para sus pequeños, y de esos pequeños, Dios ha formado esta fortaleza que cada vez crece y se fortalece más y más. Algunos veían a la Iglesia en sus inicios y decían: Allá se está formando un grupito al oriente de la ciudad, una iglesia, una “secta” más no pasa nada, y tenían razón, como hombres no representaba nada para ellos; pero cuando empezaron a ver a aquella “secta” en su comportamiento, en sus maneras, en sus formas; su vestido es diferente, su hablar es diferente, y empezó a representar un peligro para ellos; ya cuando se dieron cuenta, la Iglesia ya estaba bien posicionada. Quisieron desmoronarla, quisieron amenazarla, hicieron cosas injustas, por qué las hacían, creyeron que con esto acabarían con la Iglesia; por eso, cada hermano debe de valorar lo que Dios nos ha dado; por eso, hay diferencias entre los hermanos que nacen en la Iglesia a los que se convierten; los que nacimos somos más apegados porque nacimos hijos de la libertad; valoramos nuestra fe, defendemos nuestra libertad. Le hemos mostrado al mundo el evangelio, tanto el hermano convertido como el que nació en la Iglesia, sale a las calles, sale a las plazas, grita desde las azoteas y predica. No existe ni hay vergüenza en ningún hermano… Por eso, parte de la oportunidad que Él nos brinda de, una vez más, de su comunión a través de Él, de recordar a su hijo con el pan, con el vino es un elemento más que une a la Iglesia. Es un orgullo, es gratitud, es reconocimiento, es decir que estamos comprometidos con Dios. El hermano, convertido o nacido, desde su pobreza, está predicando: ¡Cristo vive! Porque Él vive en mí, Cristo es mío y yo de Él, aquí está el testimonio… Somos imitadores de Cristo, día a día buscamos ser imitadores de Él. Imitamos su vida, imitamos su hablar, imitamos su trabajo todos los días; así es nuestro testimonio en el trabajo, en la escuela… Para muchas personas que no son miembros de la Iglesia, representa un honor atender o participar con los de la Iglesia, ¡qué hermosa gloria! ¡cómo nos ha elevado el Señor, la gente se admira… Los que nacimos en la Iglesia participamos del mundo cuando acudimos, por ejemplo, a la escuela, y nos comportamos diferente a los demás y hacemos la diferencia, porque vemos cómo se comportan ellos. Llegó el momento en que se manifestó la obra de Dios, que creáis en el que Dios ha enviado… Hay que trabajar en la Iglesia, qué hermoso es que valoren lo que Dios ha hecho de nosotros. Todas las iglesias voltean a verse entre ellas y se ven iguales, por más que quieran compararnos con ellas, en el momento en que nos conocen, se dan cuenta y dicen: Esto es diferente… Quienes conocen a la Iglesia dicen: Es una armonía, es una fraternidad, es un mundo diferente… La Iglesia cree en el testimonio de Dios por eso crece día con día… La Iglesia nunca tendrá un retroceso ni un estancamiento, la Iglesia seguirá como la luz de la aurora, seguirá creciendo. Tiene que ser notorio porque esa fue la promesa de Dios, muchos van a conocerla…”. Ya para despedirse, el Apóstol de Jesucristo les dijo a sus ministros: “Sigan trabajando con alegría, sabiendo que todo lo que hacen es por su pueblo que son los hijos de Dios… mi oración también va a abarcarlos a todos ustedes. ¡Dios les bendiga!”. Berea Staff, J.R. 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