HomeAgenda ApostólicaDesde Puerto Rico, el Apóstol Naasón Joaquín instruye a la Iglesia a unirse a la evangelización mundial Agenda Apostólica Desde Puerto Rico, el Apóstol Naasón Joaquín instruye a la Iglesia a unirse a la evangelización mundial Desde Puerto Rico, el Apóstol Naasón Joaquín instruye a la Iglesia a unirse a la evangelización mundial: la universalidad del Evangelio, el eje rector (Coordinación de Crónica Apostólica) — El domingo 24 de febrero, el Apóstol de Jesucristo, Naasón Joaquín García, en el marco de la Decimoquinta Etapa de su Primera Gira Universal, visitó a los hermanos de Puerto Rico, Estado Libre Asociado de los Estados Unidos. —los días 10 y 18 de febrero se presentó con los hermanos de República Dominicana y Curazao, respectivamente—. La histórica presentación del Apóstol Naasón Joaquín en la isla de Puerto Rico, tuvo lugar en el auditorio del Hotel Sheraton, en San Juan, la capital. Previo al arribo del insigne visitante, el hermano P.E. José Hernández presidió la consagración. El Coro de Texas —invitado especial a la presentación apostólica—, desde temprana hora avivó el fuego espiritual de la grey, a través de sus alabanzas. A su presentación en Puerto Rico, el Apóstol de Jesucristo invitó a 15 pastores, ministros en los Estados Unidos: los hermanos P.E. Uzziel Joaquín, P.E. Benjamín Joaquín, P.E. José Hernández, P.E. Noé Lugo, P.E. Aurelio Zavaleta, P.E. Salvador García, P.E. David Mendoza, P.E. Jonatán Mendoza, P.E. Antonio Gaona, P.E. Silverio Coronado, P.E. Alfredo Pinto, P.E. José Luis Estrada, P.E. Osmin Elías y P.E. Rubén Chávez. Además, a algunos diáconos y encargados estadounidenses con una trayectoria de 25 años en la Obra espiritual. El reloj marcaba las 10: 26 de la mañana cuando el Apóstol ingresó al recinto sagrado. El júbilo y la algarabía espiritual de los hermanos de Puerto Rico, quienes vestían de blanco y portaban en su mano derecha un banderín de la isla caribeña, se desbordaron a raudales. El día esperado desde la gloriosa manifestación apostólica —el domingo 14 de diciembre de 2014— había llegado: el Apóstol Naasón Joaquín pisaba la isla caribeña, donde comunicaría dones espirituales y dejaría su bendición apostólica. Al llegar al área del ministerio, el Siervo de Dios escuchó el himno que los hermanos boricuas prepararon para esta histórica recepción: «Del cielo fue enviada su santa Elección, también unas palabras de gran prosperidad: ¡Si ves grande este Pueblo lo multiplicaré’. ¡Puerto Rico irá creciendo conforme a la promesa que Dios le dio a usted!». Luego del canto, el Hermano P.E. Pablo Pérez, pastor jurisdiccional de Puerto Rico, a nombre de los hermanos boricuas, dio la bienvenida al insigne Apóstol de Jesucristo. Salutación apostólica Enseguida, el padre en la fe, luego saludar a sus hijos espirituales con la paz de Dios, con inocultable alegría inició su presentación: «A los santos y fieles de la Isla de Puerto Rico: vivís en la paz de Dios, fuisteis abarcados en la gracia de Jesucristo y la Obra perfecta también se ha cimentado en vosotros, llenando vuestra vida de consuelo, bendición, alegría y la gracia de Dios. «Hijitos míos: mi visita a vosotros no es porque os ame menos ni porque los haya puesto en los últimos lugares: no… Simplemente, es porque soy un hombre. Y aunque mi espíritu está con cada uno de ustedes —en los 58 países donde este Evangelio ha florecido—, mi cuerpo humano no se puede dividir en pedacitos y estar en cada lugar. «Aunque mi pensamiento y mi oración constante está por toda la Iglesia del Señor, humanamente tuve que haber hecho un orden y un lugar por donde yo empezara y terminara esta Gira Universal que Dios me ha ordenado. Pero eso no quiere decir que los primeros sean los más amados, y los últimos los menos amados; entendiendo mi humanidad, que no puedo estar en todas partes en el mismo espacio de tiempo». El amor de Cristo —que solo pueden experimentan sus Apóstoles— es único, perfecto, santo e incondicional En relación con lo anterior, expresó: «El Apóstol Samuel Joaquín —siendo yo pastor de la Iglesia—, nos enseñaba a amar a la Iglesia y a veros como a nuestros hijos —a sentir el amor que un padre siente por su hijo o por su familia humana— y, a partir de ese amor, buscar el bien espiritual de cada hermano. «Sin embargo, el 8 de diciembre de 2014 sucedió algo en mi corazón: vino a él un amor perfecto, santo e incondicional que ningún hombre ha podido experimentar, que es el amor de Cristo. Por eso yo vivo en las entrañas de Cristo y os amo con toda mi fe, alma y cuerpo, porque Dios ha puesto ese amor en mí para cada uno de vosotros. Él me enseñó a amarles, Él puso en mí este amor único, que solamente experimentan los hombres de Dios que Él levanta para esta gracia». En este tenor, citó un fragmento de la carta de Apóstol Pablo a la Iglesia de Colosas: «Porque quiero que sepáis cuán grande lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro, para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento (…) Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros, gozándome y morando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo» (Colosenses 2:1-2, 5). Y agregó: «Hermano de Puerto Rico: ¿Queríais verme?, ¿querías que llegara a esta Isla?… Mi alma también brinca de alegría porque, Dios me es testigo, cómo deseaba contemplar vuestros rostros y decirles: ‘Puerto Rico: heme aquí. Vuestro hasta el ultimo aliento de mi vida’!». En relación con el amor de Cristo, así reiteró: «No es el amor humano del Hermano Naasón ni es el amor humano de cada uno de vosotros hacia mi persona. Aquí reina y mora el amor de Cristo, que a través de su espíritu me hace sentir por vosotros y, de la misma manera, obra en vosotros para que améis a su Hermano». Enseguida, invitó a cantar el himno n. 234, «Grandes bendiciones», que fue entonado por todos con el espíritu y el entendimiento. Posteriormente, el Siervo de Dios comentó: «Es Jesús nuestro Señor, Maestro y Salvador. Él que nos permite gozar de estas grandes bendiciones y, a través de él, la Iglesia permanece y sigue unida… ¡Y lo seguirá hasta el día de su venida!». Tema: La universalidad del Evangelio Luego de la salutación y el canto, el Embajador del reino de los cielos dio inicio con su tema: «Quiero dejar en vosotros este escudo de la fe, que es la Palabra de Dios, palabra que fortalece nuestra fe y nos da ánimo y seguridad, además de la tranquilidad de que un día alcanzaremos: la vida eterna que Cristo nos ha prometido». Destacó que el tema de esta mañana, al que tituló «La Universalidad del Evangelio» —el Evangelio que Cristo trajo a la tierra, y encomendado a sus Apóstoles, por revelación—, fue dirigido no solo a los hermanos de Puerto Rico, sino a la Iglesia Universal. Este tema, dijo, estaba relacionado con la misión que Cristo le ha encomendado como su Apóstol: «Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra» (Hechos 13:47). Señaló qué hay hermanos que contemplan la Obra de Dios con un pensamiento limitado —algunos, hasta el egoísmo—. Otros, de acuerdo con sus propios pensamientos o intereses personales, tienen una vista muy corta y, ante los planes que Dios quiere para su Iglesia, se vuelven ‘nacionalistas’ o ‘localistas’. En otros casos, espectadores (inactivos). «Dios me ha levantado como Apóstol de Jesucristo y custodio del Evangelio»: Apóstol Naasón Joaquin En otro momento, el Embajador del reino de los cielos expresó: «Dios me ha levantado como Apóstol de Jesucristo, como custodio de su Evangelio y hacedor de los planes de Dios para que todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, lleguen el conocimiento de la santísima fe». Inició su exposición con una pregunta: «¿Este evangelio será predicado, creído, y notorio en todo el mundo (en todos los países)?, ¿esta doctrina se establecerá para conocimiento del hombre?». La respuesta del Apóstol de Jesucristo fue categórica: «¡Así es, porque es promesa de Dios!». Enseguida, enlazó los temas que habló en República Dominicana y Curazao —el 10 y 17 de febrero, respectivamente—, en el sentido de que Jesucristo fundó una sola Iglesia, y agregó: «No todas las ‘iglesias’ son lo mismo —en origen y propósitos—. Hay, entonces, una Palabra, un Evangelio, una Enseñanza que Cristo vino a establecer en el mundo, y por la cual no solo obtendremos el conocimiento de la verdad: alcanzaremos la promesa de vida eterna». Y añadió: «Yo creo en Dios, quien me tuvo por fiel poniéndome en este ministerio (v. 1 Timoteo 1:12), y al cual predicaré hasta el último aliento de mi vida. Y no lo hago para convencer a toda la humanidad; predicaré para que la humanidad tenga el testimonio de Cristo, y la decisión de creer o no creer, de seguir a Dios o no seguirlo, le corresponderá a cada persona, porque el Señor a dado al ser humano un libre albedrío. Sin embargo, la promesa de salvación le corresponderá únicamente a aquellos que, creyendo en Jesucristo y habiendo obedecido su Palabra, perseveren hasta el fin, requisito para ser salvo» (v. Mateo 24:13). La predicación del Evangelio en una época de gracia: cumplimiento de las profecías de la antigüedad Enseguida, invitó a leer una de las profecías que escribió el profeta Hageo, que actualmente se cumple en la nueva era apostólica: «Y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos» (Hageo 2:7). Esta profecía, al igual que las que las del Antiguo Testamento, no tuvo cumplimiento en el época que fue anunciada. Así lo confirma la Sagrada Escritura: «Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos (…). A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el Evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles» (1 Pedro 1: 10-12). En relación con lo anterior, el Apóstol del Señor mencionó que el Espíritu de Dios hablaba con los profetas y les pedía que escribieran las profecías. Sin embargo, el libro de las profecías quedó sellado no solo para la humanidad, sino aún para ellos. Y aunque hubo quienes trataron de indagar o descubrir los misterios, el cumplimento de las promesas no era para ese tiempo. Enseguida, comentó la citada profecía: «Lo que el Hombre de Dios está profetizando se ubica en un tiempo: la segunda venida del Señor Jesucristo… En su primera venida, el Señor Jesucristo no fue recibido con anhelo, amor, deseo grande y necesidad. Los Profetas hablaron de una primera venida del Señor Jesucristo, pero también de una segunda venida —sobre la primera venida, el profeta Isaías escribió: ‘… no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos’ (Isaías 53: 2-3)—. Y agregó: «La Palabra del Señor —que es poder y potencia de Dios— se cumple en todos los tiempos: ‘… todo lo que quiso ha hecho´ (Salmos 115:2), y lo hemos comprobado a través de la Biblia. Hoy en día, cuando el mundo dice que Dios y su hijo Jesucristo no existen, hay tanta Palabra de Dios en el pasado de la cual hemos visto su maravilloso cumplimiento». La Palabra de Cristo es verdad: a través de los tiempos y las edades se ha cumplido En este sentido, destacó que en fecha reciente algunos científicos reconocieron que es imposible comprobar la teoría del Big Bang a través de una explosión —la que supuestamente habría dado el orden y el acomodo al planeta tierra—. Coinciden en que tuvo que ser una fuerza inteligente y poderosa que le dio orden y sentido a todas las cosas. «Ese ente o ser inteligente, que ellos no comprenden quién es, tú y yo lo hemos conocido». Enseguida, recordó una de las enseñanzas del Señor Jesucristo: «Y es necesario que el Evangelio sea predicado antes a todas las naciones» (Marcos 13:10). Sobre este enunciado, así explicó: «¿Cuál Evangelio es el que debe ser predicado?, ¿cuál Palabra?… Para quienes dicen que en la actualidad no hay Apóstoles en la tierra, o para los que sostienen que Dios y su hijo Jesucristo son una invención, la respuesta es categórica: ¡La Palabra de Cristo es verdad! A través de los tiempos y las edades, tanto la Palabra de Dios como la de Cristo, se han cumplido. En esta época somos testigos del cumplimento de las profecías. «Sin embargo, la predicación del Evangelio no será de forma circunstancial o casual. Dios, en su sabiduría, ha establecido desde el inicio del tiempo de la gracia, cuál es la forma en que la predicación del Evangelio se ha de llevar a cabo. Esta misión será llevada a cabo por medio del Apostolado, porque Cristo es el que le dio orden, forma y dirección a su Iglesia, como Él quiso y según los parámetros que Él estableció —no según los pensamientos y criterios del hombre—». La Universalidad del Evangelio, encomienda gloriosa dada a los Apóstoles: los Primitivos y los de la época de la Restauración En el relación con el tema de esta mañana, abundó: «Respecto a la universalidad del Evangelio, Cristo dejó a sus Apóstoles una encomienda: ‘IY les dijo: id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura’ (Marcos 16:15). Asimismo, la visión que Dios le diera al Apóstol Aarón Joaquín, cuando el Señor le manifestó: `Y haré notorio tu nombre por todo el mundo y será de bendición’, la promesa no era el nombre propio del Hermano Aarón: era el nombre de la Elección, el que en su momento ha sido manifestado por la Palabra de Dios». En este tenor, citó el ejemplo del Pueblo de Israel, quien conoció la promesa que Dios le hizo a Abraham: «Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición» (Génesis 12:2), y resaltó que el cumplimento de esta bendición no quedó estancada con Abraham, porque Israel comprendió, en su tránsito por Egipto, que la promesa dada a un nombre que sería una grande nación, iban a darse a través de la generación de los hijos de Abraham —incluso, él no vería el cumplimiento de ellas—. Para quienes sostienen el porqué el Apóstol Naasón Joaquín es nieto del Apóstol Aarón Joaquín, e hijo del Apóstol Samuel Joaquín, la respuesta es clara: es una disposición de Dios, es el orden que Él quiso dar a su Iglesia en La Época de la Restauración de la Primitiva Iglesia Cristiana. «Dios hace lo que el quiere, cuando Él quiere y con el que Él quiere. ¿Cuál es la prueba? El cumplimiento de su palabra, que es verdad, vida y luz». El linaje de los Apóstoles es el de Cristo. En este sentido, añadió: «La promesa que Dios le dio al Hermano Aarón fue que iba a hacer notorio su nombre por todo el mundo y sería de bendición. Al Apóstol Samuel Joaquín también Dios le manifestó esta universalidad, en aquella visión donde vio el ángel tenía un pie sobre la tierra y el otro sobre el mar. Le manifestó que él cruzaría los mares y llegaría a otros continentes. Y al último de sus Siervos —su Hermano Nassón—, a mí también me dijo: ‘Si hoy ves este Pueblo grande yo lo voy a multiplicar aún más’. Es gloriosa, entonces, la universalidad del Evangelio, la cual se llevará a cabo hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo». La Evangelización se llevará a cabo a través del Apostolado: así lo estableció Dios Luego del enunciado anterior, el Mensajero del Evangelio eterno expresó: «La Evangelización se llevará a cabo a través del Apostolado, porque así fue establecido por Dios, para que todo aquel que en Él crea, conforme a su Palabra, sus reglas y el orden que Él ha establecido, sea salvo». En este tenor, invitó a la Iglesia a leer un fragmento de la carta del Apóstol Pablo a la Iglesia de Roma: «Y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre; entre las cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo» (Romanos 1:5-6). Y comentó: «En su carta, el Apóstol Pablo está hablando de Jesucristo, de quien recibimos la gracia y el Apostolado. ¿Y para qué recibió él esa gracia y el Apostolado? Para la obediencia a la fe en todas las naciones, por amor de su nombre, entre los cuales —les decía el Apóstol— se encontraban ellos. Es decir, el Evangelio no solamente iba a llegar a un pequeño grupo en Roma: iba ser notorio y anunciado a todo el imperio de la época. «Entonces, ¿para qué fue establecido el Apostolado en estos tiempos? Para que todas las naciones obedezcan a esta fe, aún en las mas difíciles por su régimen de gobierno, o las más poderosas, como en su tiempo fue el Imperio Romano. El Apostolado, así como el evangelio de Cristo, no tiene nacionalidad, ni raza, ni preferencia por alguna lengua, ni partido político… ¡Es respetuoso de todos, para ganar a todos!». El Evangelio Apostólico: características y postulados En otro momento, como custodio del Evangelio, el Apóstol de Jesucristo enumeró las características del Evangelio que él predica —por revelación—, al que llamó, como con propiedad los hicieron los apóstoles que le precedieron (v. 2 Timoteo 2:8-9). Mi Evangelio: Es un Evangelio incluyente, porque la salvación es para toda persona. Es un Evangelio noble. Es una Evangelio de salvación: salva a los que lo aceptan. Es un Evangelio de salud: sana a los que reciben. Es un Evangelio que ofrece la vida eterna. Es un Evangelio que da vida a los que lo retienen. Mi Evangelio, que es el de Cristo, es verdad, vida y luz. Y agregó: «Por lo anterior, no me avergüenzo del Evangelio porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree (v. Romanos 1:16)…. Entonces, como Apóstol de Jesucristo puedo decir que no tengo patria ni me interesa engrandecer a un país más que a otro. Es por eso que oro por la paz del mundo y la prosperidad de todas las naciones, a fin de que el Evangelio de Cristo corra como el viento, y la Palabra de Dios tenga éxito en todo lugar». Compromiso del Apóstol de Jesucristo: el cumplimiento de las promesas de Dios En este tenor, el Mensajero del Evangelio eterno añadió: «En mi carácter de Apóstol este es, ha sido y será mi compromiso: el cumplimiento de las promesas de Dios. La Iglesia La Luz del Mundo, en todas las naciones, instruye a sus miembros en los altos valores como la paz, la fraternidad, la hermandad, el respeto, la solidaridad, la obediencia a las leyes y la sujeción a las autoridades. «Nosotros no estamos esperando a Cristo —el Mesías— como lo hace el Pueblo de Israel, quienes esperaban la restauración de un reino material que estuviera sobre todas las naciones; es decir, lo esperaban con un poder acompañado de ejércitos, y como una fuerza destructora, que provocaría racismo, discriminación, intolerancia, xenofobia, odio, ignorancia hacia las mujeres y exclusión. «Por el contrario, en este tiempo de gracia, el Espíritu de Dios convoca a toda tribu, pueblo, raza y lengua a formar un solo Pueblo, porque Él quiere que todos los hombres sean salvos, y vengan al conocimiento de la verdad (v. 1 Timoteo 2:4). Israel, en cambio, tenía la idea de un solo pueblo, sangre y raza que prevalecerían por sobre todas las naciones. Cuando llega Cristo, en el tiempo de gracia, habla a los judíos la verdad y les dice: mi reino no es de este mundo: mi reino está en los cielos (v. Juan 18:36). «Lo que Israel esperaba, en lo material, nosotros hoy lo estamos viviendo espiritualmente; por esa razón no lo recibieron, porque esperaban un Cristo vengador, con imperios humanos que ‘devolviera’ a Israel la gloria terrenal que había perdido. Por lo anterior, decimos: ‘Bendito día en que Dios abrió la puerta de su gracia y dio la oportunidad para que todas las naciones conformaran un Pueblo. Por ello existe un cambio muy notorio entre la Ley y la Gracia de Cristo. Él, a pesar de ser judío, nos enseñó la hermandad entre pueblos y naciones». El Evangelio de Jesucristo tiene poder para reconciliar naciones Para citar un ejemplo de lo anterior, trajo a la memoria el testimonio de la mujer samaritana, cuando dio de beber agua al Señor Jesucristo (v. Juan 4:1-29). Recordó que, generacionalmente, los judíos y samaritanos no tenían trato. Sin embargo, el Maestro, en la gracia, los une y los hace un solo pueblo. Por su parte, cuando la samaritana identifica que el Señor Jesucristo era un hombre de Dios, no vio la diferencia de razas —que él era judío y ella samaritana—. En el instante del reconocimiento espiritual, ella corrió y comenzó a testificar de esta gracia entre los samaritanos. En este tenor, el Siervo de Dios expresó: «El Evangelio de Cristo tiene el poder para reconciliar naciones. Esta realidad la profetizó el Señor Jesucristo: ‘Y será predicado este Evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin’ (Mateo 24:14). La segunda venida del Señor Jesucristo, el Hijo de Dios ya no vendrá a evangelizar, como lo hizo en su primera venida. Solamente aparecerá en el cielo y vendrá a recoger a su Iglesia. No caminará por las calles; vendrá y le veremos lleno de gloria y majestad, sentado en su trono en la potestad, que Dios le ha dado». En este sentido, el Apóstol Naasón Joaquín expresó: «A mi, Dios también me envió a predicar este Evangelio por todo el mundo. Y entendemos que cuando este Evangelio sea conocido —se dé testimonio de él en todo el mundo—, entonces vendrá el fin». Diferencia entre los llamados y los escogidos En relación con el tema que abordó en República Dominicana y Curazao, la diferencia entre los llamados y los escogidos, así recapituló: «Todo el mundo será llamado, sí; porque a todo el mundo llegará la predicación del Evangelio de Cristo. Sin embargo, de entre todo el mundo, pocos tendrán el privilegio de ser seleccionados entre los escogidos. «Los escogidos serán aquellos que guardaron la Palabra de Dios, que nos identifica como hijos de Dios. La Palabra que vino a nosotros a través de los Enviados que Él levantó, tanto en el tiempo primitivo, como en el tiempo actual, y que, conservando esa hermosa Palabra, que no nos hace excluyentes, irrespetuosos no presumidos, sino todo lo contrario, que nos obliga compartir esta Palabra, para que todo aquel que crea en ella tenga la promesa de vida eterna, y no se pierda». “Me apremia la predicación del Evangelio”: Apóstol Naasón Joaquín En otro momento, el Mensajero del Evangelio eterno expresó: «¡Me apremia la predicación del Evangelio! Algunos hermanos me dicen que tengo prisa… ¡Y así es! Me sobrepuja la Palabra de Dios, a fin de que llegue a todos los rincones del mundo. Día a día escucho el clamor de las almas, y ruego a Dios que me permita a ser un instrumento para que el Evangelio sea universal; es decir, que llegue esta Palabra a todo el mundo. «Sin embargo, predicar en todas las naciones no es tarea fácil: implica recursos humanos y económicos; infraestructura en templos y casas pastorales; desplazamiento por tierra, viajes en avión o en barco; fríos, hambres, calor, sufrimientos, menosprecios, dejar familia y luchar, incluso, contra nuestra propia carne. Pero la Palabra que Dios le dio a su Apóstol se va a cumplir, porque es Palabra de Dios… ¡Día a día vemos el cumplimiento de estas promesas!». A diferencia de los distintos credos, que estadísticamente registran un declive en sus membresías, el Apóstol del Señor comentó: «El mundo ha visto que empieza a destacar un grupo, la Iglesia del Dios Vivo Columna y Baluarte de la Verdad. La Luz del Mundo… El Evangelio de Jesucristo es cual semilla que será sembrado en cualquier parte del mundo, nación, circunstancia o tipo de gobierno —a quien se ha enseñado a respetar—». Y añadió: «Lo que el Evangelio de Jesucristo hace en cada uno de nosotros es notorio al mundo: La Iglesia no pide; aporta. La Iglesia no destruye; antes, construye. La Iglesia no divide; antes bien, une y fortalece. La Iglesia no castiga; antes, orienta y previene. La Iglesia no es subversiva; antes bien, es obediente a las leyes y a las autoridades en todo el mundo. El Evangelio, al igual que el Apostolado, es universal En otro momento, el Apóstol de Jesucristo se dirigió de nueva cuenta a Iglesia Universal: «Desde San Juan, Puerto Rico, yo te quiero decir que no seamos egoístas, y que sigamos pensando que la cultura y la religión de México es la que ‘predicamos’ al mundo. No, no es verdad. Yo no predico la cultura religiosa de México. Nosotros predicamos el Evangelio de Jesucristo, revelado a sus santos Apóstoles por el Espíritu, el cual tiene un carácter universal: para toda nación, raza, pueblo, tribu y lengua. ¡En eso consiste la universalidad del Evangelio! «Reitero: este Evangelio no tiene raza, color o idioma. El Evangelio, al igual que el Apostolado, es universal. La Iglesia La Luz del Mundo no tiene un origen mexicano: nuestro origen es Cristo. Es cierto, quiso Dios que en aquel país resurgiera la Iglesia y e iniciara la Restauración de la Primitiva Iglesia Cristiana, pero nosotros somos ciudadanos de la ciudad eterna (v. Filipenses 3:20), y nuestra patria, como le respondió un obrero al Apostol Samuel Joaquin cuando le preguntó: ‘¿No extrañas tu tierra y tu gente’, y el obrero le respondió: ‘Mi tierra es donde escuchan la Palabra de Dios y mi gente la que obedece y se une a la Iglesia. Así es que a donde usted me envíe esa es mi tierra, porque mi vista la tengo puesta en mi verdadera patria, que es celestial’». El respeto a las leyes, cultura y lábaros patrios de cada país: enseñanza apostólica En este contexto, hizo la siguiente invitación a la Iglesia Universal: “¿Habéis creído que su Hermano Naasón ha recibido este Apostolado para la obediencia a la fe de todas las naciones? Entonces yo te digo: Así como Dios me ha puesto como Apóstol de Jesucristo, y Dios me ha encargado que brille como luz para salvación hasta lo último de la tierra, desde esta ciudad de San Juan, Puerto Rico, hago una invitación para la Iglesia Universal: Buscad la paz y la prosperidad de las naciones en donde os habréis desarrollado y establecido. Respetad las leyes y autoridades, aunque aparentemente algunas sean adversas a nosotros, pues no ha dado Dios facultad a la Iglesia para criticar las leyes, sino para obedecerlas. Respetad las naciones en donde os asentéis, sus ciudades, sus símbolos patrios. Obedeced sus leyes y ahí mismo levantaos y predicar el Evangelio de Cristo que el Señor me ha revelado para salvación y esperanza. Quiero que colaboréis en el engrandecimiento para con los países en donde esta la Iglesia y aquellos adonde llegara, pues nosotros, a pesar de cualquier gobierno, floreceremos y fructificaremos, porque somos, la semilla de Dios. «Hay gente que piensa que seremos destruidos. Sin embargo, eso no es cierto. ¡Somos la Iglesia de Dios!, de eso no hay ninguna duda. No hay forma de detener a esta Iglesia y no existe ni la mas mínima posibilidad de creer y de pensar en eso. Porque si aún nuestros adversarios quisieran quitarnos la vida, tenemos, de parte de Dios, quien nos defienda… pero lo de Dios, no lo podrán detener jamás» (v. Hechos 5:38). Cada cristiano es semilla de Dios En otro momento, el Apóstol de Jesucristo expresó: «Sabiendo y entendiendo que somos semilla de Dios, y que esa palabra que viene de parte de Dios, cual agua espiritual es regada constantemente en todas nuestras oraciones, llega a cada uno para que esa semilla no solo caiga en tierra, sino que al recibir continuamente esa agua espiritual, germine y crezca de una forma hermosa, y que un tiempo no muy lejano dé fruto abundante. Y aún cuando las situaciones parezcan adversas al Evangelio, predica y da testimonio. El enemigo querrá detenernos, sin embargo, que esto sea una motivación para dar más testimonio de esta verdad». En este tenor, recordó que durante siglos, satanás tuvo el dominio del mundo (2 Corintios 4:4), donde sembró sus ideas y pensamientos en la humanidad… Al respecto, el Embajador de Cristo asentó: «¡Pero la luz vino al mundo! —luz significa el fin de las tinieblas—, y en la Restauración, que inició el 6 de abril de 1926, vimos un pequeño resplandor que apenas se vislumbraba entre las montañas, pero que anunciaba que las tinieblas habían llegado a su fin. Hoy, ese resplandor brilla cada vez más: ese resplandor es la Palabra de Dios que está llegando a todo el mundo, y llegará a toda criatura: a los pobres, enfermos, necesitados, potentados, gobernantes, príncipes, reyes, empresarios…». Enseguida, comentó que la prosperidad de Dios no significa necesariamente tener dinero —aunque es parte de ella—. La bendición de Dios se ve reflejada, en el hermano y su familia, en que en su hogar hay paz, armonía, felicidad, salud y bienestar. Pero sobre todas las cosas, hay Palabra de Dios y la esperanza de vida eterna: «Mientras los hombres compiten por lo terreno, a nosotros nos apremia una sola cosa: que este Evangelio sea conocido, publicado y anunciado por todo el mundo». El Evangelio de Cristo florecerá, porque es superior a cualquier ideología humana «He escuchado las voces de quienes me dicen: ‘Hermano Naasón: vaya más despacio en su trabajo. Usted no cuida su salud y no aprecia su vida… lleva un ritmo muy acelerado de trabajo’. Y yo les respondo: ‘¡Me apremia la necesidad del Evangelio! ¡Me urge la universalidad de la Palabra de Dios! ¡Me apresura de la promesa que Dios me hizo!… Siento que mi tiempo es corto y no tengo un día que perder. Tengo que aprovechar todos los días que Dios me dé vida, en favor de la expansión de la Iglesia y que se dé a conocer hasta el último rincón del mundo», afirmó categórico. Y añadió: «El Evangelio de Cristo florecerá porque es superior a cualquier ideología humana, no hace acepción de personas y su fin es eminentemente espiritual. El Evangelio, entonces, es poder de Dios, por eso será universal y no habrá forma de detenerlo. Todo lo contrario, seguirá creciendo y expandiéndose por que es promesa de Dios». Como ejemplo, citó el testimonio del nacimiento de la Primitiva Iglesia Cristiana en el primer siglo d.C. En primer lugar, refirió que esta comenzó con la predicación del Hijo de Dios, quien vino a establecer su Iglesia. Luego, en la época de los Apóstoles, el Nuevo Testamento refiere que para el día de Pentecostés perseveran un promedio de ciento veinte hermanos (v. Hechos 1:15). Con ese pequeño grupo iniciaron los Apóstoles la predicación del Evangelio. El Apóstol Pablo, a quienes sus detractores acusaban de ser el ‘cabecilla’ de una secta (v. Hechos 24:5), comenzó a predicar el Evangelio en Jerusalén y, posteriormente, entre los gentiles. Pronto, la Palabra de Dios fue diseminada por Asia. El Evangelio comenzó a florecer por las regiones más alejadas. No era palabra de hombres, era la Palabra de Dios. Nuestra ciudadanía está en los cielos Posteriormente, el Embajador del reino de los cielos narró, de manera sucinta, el trabajo del Apóstol Pablo, de cuando el Señor lo llamó y le encomendó el ministerio de la reconciliación. Su predicación, dijo, tenía éxito y fue bien recibida, porque Dios lo había enviado a predicar el Evangelio. Al grado que cuando los impíos vieron que no podían detener su trabajo, comenzaron a minimizar su ministerio comparándolo con los apóstoles de Jerusalén, por lo que tuvo que presentar defensa: «Y pienso que en nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles (…) Antes he trabajado más que ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios» (2 Corintios 11:5; 1 Corintios 15:10). No había competencia alguna entre ellos; Dios le había dado a cada uno una encomienda, en un tiempo determinado, la cual cumplieron con éxito. Enseguida, recapituló la encomienda que dejaría esta mañana a al Iglesia Universal, desde la Isla caribeña: «Nosotros somos ciudadanos de la ciudad eterna. Sin embargo, en el país donde vivamos debemos respetar las leyes y los lábaros patrios… No podemos desobedecer las leyes donde la Iglesia se ha establecido diciendo que primero es Cristo. Es cierto, primero es Cristo, pero él nos enseña a que debemos ser respetuosos de las autoridades (v. Marcos 12:17). Antes bien, para el logro de la encomienda que Dios me ha dado, que es el de sembrar esta fe a todas las naciones, debemos buscar el engrandecimiento de cada país». Y Añadió: «Debemos mostrar el respeto por el marco legal en donde se asienta la Iglesia. Buscar también ser parte de la prosperidad de esos países. Amar a nuestra patria, como ciudadanos de de cada nación, mientras somos peregrinos en esta tierra tenemos que ser parte de ella, unirnos a los trabajos necesarios a los que nuestros gobiernos nos inviten, colaborando con ello para que nuestra nación sea prospera, porque en la prosperidad de nuestras naciones, también estará nuestra prosperidad… Sin dejar de predicar esta hermosa enseñanza». Legado Apostólico: unidad de la Iglesia Universal para la expansión del Evangelio Antes de despedirse de la Iglesia boricua, el insigne Apóstol de Jesucristo, Naasón Joaquín García, desde Puerto Rico, exhortó a la Iglesia Universal a unirse, sin reservas, a la encomienda que Dios le ha dado: la universalidad del Evangelio. «Deseo, a través de mi palabra, que continuéis unidos a este trabajo que Dios me ha encargado: el de llevar esta Palabra por todo el mundo. Y yo sé que teneis una respuesta —y ya la sabes y la sientes en tu alma—. Con tu respuesta, estáis colaborando con tu Hermano Naasón en el cumplimiento de la encomienda que Dios me hizo. «¿Iglesia del Señor: ¿estáis dispuestos a llevar este Evangelio hasta lo último de la tierra? ¿Estáis dispuestos a seguir unidos a su Hermano Naasón en seguir anunciando esta hermosa Palabra?… Antes de despedirme, os dejo un consejo final este lugar. «Toda la Iglesia tiene un compromiso: unirse a la expansión del Evangelio, a través de diversas acciones, de las cuales ya he hablado antes, pero quiero volverás a recordar: 1. Toda la Iglesia, de cualquier edad, es cien por ciento evangelista y debe de anunciar las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. 2. No hay edad para que algún hermano aprenda un idioma diferente al que tiene, a fin de dar testimonio de la fe en otra lengua… La promesa de Dios es para toda tribu, pueblo, raza y lengua… Y llegará el día en que todas las naciones estarán deseando ver el rostro del Señor Jesucristo, en su segunda venida. Aprender otra lengua no quiere decir que su Hermano Naasón va a enviar a toda la Iglesia a otros países, pero en muchas ciudades acuden turistas a vacacionar, y seria muy bueno que nosotros le diéramos testimonio del Evangelio de Cristo. 3. El autoconsumo debe traducirse en acciones de beneficio en pro de la evangelización, y no de aquel que se beneficia con ello, pues tengo miles de batallones que voltean a ver la mano de su Señor cada día, y que esperan diciendo: ‘Dios proveerá’. Los hermanos llegan conmigo y me dicen: Varón de Dios, el Señor me ha prosperado en mi negocio y le traigo la ofrenda de lo que Dios me ha dado. Y su hermano, con toda alegría, les dice: ‘Llévesela al hermano Ramiro Hernández, responsable del ministerio de evangelización, porque hemos de enviar otros obreros, porque con tu dinero impulso a ellos das… Por ello, el autoconsumo tiene que ser una práctica cada vez más fuerte entre nosotros, entendiendo que quedando esa bendición material entre nosotros —porque el hermano ofrenda y diezma—, es decir, que parte de aquella ganancia volverá a la Iglesia, continuará la expansión del evangelio. La universalidad del Evangelio implica recursos humanos y económicos, infraestructura, pago de pasajes de aviones, estancia en aquellos lugares… Y no estoy diciendo que les damos para comer, porque los obreros trabajan y proveen para su alimento y renta; pero a veces no les alcanza para cubrir alguna visa que los países piden para que puedan permanecer en aquellos países. Practiquemos, entonces, cada vez más el autoconsumo… 4. La Iglesia debe darse tiempo para conocer no solo otros idiomas, sino otras culturas y formas de vivir en otros países, ya que esto también apoya la evangelización universal 5. Vayamos transmitiendo a las nuevas generaciones, no a la idea de que ellos pertenecen a un solo país, sino que como cristianos son ciudadanos del mundo y de la ciudadanía eterna que está en los cielos. 6. En la medida de nuestras posibilidades, pensemos que un día algunos hermanos —jóvenes, matrimonios o hermanos de la tercera edad— deberán emigrar a otros países, donde busquen un mejor nivel de vida. Y ahí, en el lugar donde Dios te plante, florece y lleva fruto para vida eterna, porque eres semilla de Dios, plantío de Dios. Que no solamente cambies de lugar y allá se muera y se queme tu semilla. Su Hermano Naasón estuvo viendo las ramas que les llaman la flor de Jericó, que es un ramaje que vaga de un lado para otro, en medio del sol, Aquellas ramas pueden llegar a tener hasta cien años, y, resecas por el sol, van rodando entre el desierto, y el viento las lleva de un lado para otro, pero luego, llega el momento en que a aquella rama es rociada por gotas de agua y en minutos se ve como empieza a abrirse otra vez; rama que estaba seca, que estaba muerta y sin cimientos, parte la flor, salta la semilla y va cayendo en diferentes lugares, y a las pocas horas empieza a florecer una ramita y otra… Si eso pasa con la flor de Jericó, si algún hermano o hermana se va a otro país a buscar la mejoría de su vida, no tiene por que andar vagando por cien o veinte años sin la Palabra de Dios, porque él es semilla. El tiene la Palabra de Dios y puede hablarla. Aquí hay vida. Aquí pasa el Espíritu de Dios y aunque seamos ramas secas nos vuelve a dar vida. debe esparcir la semilla de Dios. Que el Evangelio que me ha sido revelado sea conocido y testificado en todo el mundo, para ser nosotros parte de estas promesas. Iglesia de Puerto Rico: ¡El tiempo de prosperidad ha llegado! Luego de mencionar los seis puntos que desea sean asumidos por cada miembro de la Iglesia, asentó: «Vamos a dar este testimonio. Seamos parte de esta bella historia… Los hijos de Dios predicamos este Evangelio y cada día nos esmeramos para cumplir esta hermosa Palabra que Dios nos ha dado. «En la iglesia hay vida porque pasa entre ella el Espíritu de Dios. Y aunque seamos ramas secas, Él nos vuelve a dar vida. Por eso hoy te digo: vamos a dar este testimonio. ¡Seamos parte de esta bella historia! Si el hermano cayó en una ofensa o en algún pecado, abogado tenemos para con el padre, a Jesucristo el justo. Que con su amor y su bondad nos vuelve a reconciliar a través del Ministerio de la Reconciliación. Porque es un Dios amoroso, que ama a sus hijos y nos perdona no siete veces, nos perdona 70 veces siete». Al término de su exposición doctrinal, el Apóstol Naasón Joaquín invitó a la iglesia a cantar el himno n. 289, «Jesús fundó una iglesia». Antes de entonar esta alabanza, comentó: «La Iglesia de Jesucristo será conocida por frutos, no por dichos, porque nosotros somos de demostrar con nuestros hechos, vida, forma de ser y testimonio». Luego de cantar el himno, el Apóstol de Jesucristo expresó: «Hermano de Puerto Rico: ¡Qué alegría me da venir a conocerles! Aunque Dios me concedió venir hace más de veinte años, acompañando a mi padre, hoy vengo en este ministerio que Dios me ha dado, ya no como un ministro ni como un obrero, colaborador del Apóstol del Señor. ¿Y qué vi yo en aquella ocasión?, que amábais la Elección, que habías reconocido al que Dios había levantado, que fuisteis fiel hasta el último aliento de su vida, y aún después de ello, lloraste su partida. Pero también hoy veo, que desde aquel 14 de diciembre de 2014, recibisteis a tu Hermano Naasón con la misma fe y reconocimiento que sentisteis por mi padre Samuel. ¿Porque recibisteis al hijo?, no. Porque recibisteis al que Dios ha enviado». Despedida Antes de despedirse, expresó lo siguiente: «Iglesia de Puerto Rico: no es la última vez que vendría a verles. Yo sé que Dios me concederá volver nuevamente a este lugar, y aunque yo sé que el enemigo ha trabajado y ha detenido un poco el desarrollo de la Obra en esta isla… Créemelo: ¡Tu hora a llegado!. Este lugar va a prosperar con la predicación de mi palabra, la cual Dios ha puesto en mis labios, y tanto vosotros como los batallones espirituales llegarán a toda ciudad y a todo pueblo… «Sé que decís en vuestro pensamiento que donde pisa un Varón de Dios hay prosperidad. Pues si así Dios te lo ha hecho entender, yo levantaré mis brazos, te oraré por Puerto Rico, que Dios lo siga bendiciendo, lo prospere y lo cuide de cualquier huracán o viento fuerte, y lo que se vivió hace unos días no se vuelva a repetir. Pero también pediré por vosotros, para que Dios te bendiga y te prospere. Iglesia de Puerto Rico que Dios te multiplique conforme a sus promesas». Enseguida, elevó su oración al Creador. «Antes de despedirme de este lugar, quiero agradecer al gobernador de esta isla de Puerto Rico, quien ha tenido la deferencia de enviar a su representante, a quien agradecemos su estancia en este lugar… Me voy muy alegre. Vengo de Curazao, y este día cinco almas bajaron a las aguas del bautismo, entre ellos un hermano de Irak, el cual también ha creído en la Elección santa. Dios siga bendiciendo a Curazao. Dios bendiga a Puerto Rico y a todo el Caribe. Dios los bendiga». Los hermanos boricuas, con lágrimas de alegría, levantaron sus manos y se despidieron del insigne Apóstol de Jesucristo. Mientras caminaba por el pasillo principal, el Apóstol de Jesucristo saludó de mano a una de las numerosas visitas que desde temprana hora acudieron la histórica presentación. En la parte exterior del auditorio, recibió el saludo y reconocimiento del representante del gobernador Puerto Rico, Ricardo Antonio Roselló. Este histórico día, en que inicia un periodo de prosperidad espiritual y material para la Isla caribeña, en lo general, y para la Iglesia del Señor, en lo particular, quedó escrita una página más de la historia del Apostolado contemporáneo, el de Naasón Joaquín García, Siervo de Dios y Apóstol de Jesucristo, por la gracia del Señor., y de la Iglesia del Dios Vivo Columna y Baluarte de la Verdad en la época de la Restauración. Fuente: Coordinación de Crónica Apostólica. Berea Staff, J.R.G. 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