HomeAgenda Apostólica«Sigamos trabajando para que la Iglesia viva en unidad…» Agenda Apostólica «Sigamos trabajando para que la Iglesia viva en unidad…» «Sigamos trabajando para que la Iglesia viva en unidad, preserve sus derechos y consolide sus libertades»: consejo apostólico a la Iglesia Universal (Coordinación de Crónica Apostólica) — El sábado 21 de abril, el Apóstol de Jesucristo, Naasón Joaquín García, elevó su plegaria matutina en el templo de la colonia Hermosa Provincia, en Guadalajara. El reloj marcaba las 4:27 de la mañana cuando salió de su casa, con dirección al templo. El Coro de Niños de Bethel y el Orfeón Infantil de Hermosa Provincia, de manera conjunta, entonaban el himno «Somos un Pueblo feliz», mientras hacían una valla humana de la Glorieta Central a la entrada lateral del recinto sagrado, a pocos metros del oratorio apostólico. El Apóstol de Jesucristo se detuvo un momento, en compañía de algunos de sus colaboradores, y escuchó con atención el himno de la «iglesia del presente» —como él ha llamado a la niñez de la Iglesia, quien se ha unido, desde su temprana edad, a las jornadas de evangelización y a la proclama de su fe, en su nivel de comprensión, con sus compañeros de aula, maestros y amistades—. Por su parte, un numeroso grupo de hermanos de las iglesias de la Zona Metropolitana de Guadalajara se dieron cita esta mañana para acompañar al Mensajero del Evangelio eterno en su plegaria al Creador. A su ingreso al templo, el Apóstol Naasón Joaquín se dirigió a su oratorio, en donde dobló sus rodillas y elevó su plegaria al Creador, en favor del Pueblo de Dios esparcido por los cinco continentes; entretanto, el Orfeón local entonó las alabanzas «La vida es flor» y «Feliz momento». En el atrio lateral del templo, los ministros, junto con la iglesia congregada, acompañaron al Justo en su oración. Luego de poner en las manos del Señor a sus hijos espirituales, el padre en la fe se despidió de los integrantes del Coro: «Dios les pague por acompañarme. Dios los bendiga». En la puerta de su casa, luego de acudir al jardín de la oración, el Apóstol de Jesucristo platicó con sus colaboradores. En primer lugar, recordó cómo la doctrina y la esencia de la Iglesia continúa a través de los años y no cambia, porque viene de Dios, a diferencia de las legislaciones humanas, que cambian de acuerdo a los intereses y las mentalidades de cada época. Recordó que cuando esas leyes coartan las libertades, que como ciudadanos y creyentes tienen los hermanos —la libertades en materia religiosa—, estas no deben influir sobre el conocimiento de la doctrina. Se deben ejercer los derechos constitucionales para contrarrestar toda legislación que perjudique la libertad religiosa, dentro del respeto a las autoridades y el marco legal. Expresó que, dentro del libre albedrío y el respeto invariable por las autoridades, el actual es un tiempo en que la Iglesia tiene la libertad de ejercer sus derechos como asociación religiosa, condición que nos permite servir a Dios sin restricciones. En este sentido, exhortó a que cada miembro de la Iglesia, desde su ámbito de trabajo, de manera pacífica y dentro de los cauces legales, continúe trabajando en pos de preservar y consolidar dichos derechos. Recalcó que se deben defender los citados derechos, de manera racional y respetuosa, dada la libertad con la que hemos vivido en este tiempo. Al ser buenos cristianos y ciudadanos, tenemos la capacidad de ejercer una verdadera libertad religiosa, así como el deber de defender estos principios. Los Apóstoles Aarón Joaquín y Samuel Joaquín, lucharon porque las citadas libertades fueran una realidad y se consolidaran en México. En esta nueva era, donde la presencia de empresarios y profesionales es sobremanera destacada , no será la excepción. En cada país se debe trabajar en defensa de las libertades y derechos en materia religiosa. Antes de despedirse, expresó la satisfacción que experimenta al contemplar que la Iglesia Universal unida y en armonía, en donde los hermanos se apoyen unos a otros, porque esta es enseñanza de Dios (v. Salmos 33:1), diferente al mundo, donde las personas, por diferencias de diversa índole, se enemistan y se separan. La Iglesia del Señor —destacó— está unida porque no la unió el hombre sino el Señor, y la unió para un propósito eterno. El enemigo no descansa (v. 1 Pedro 5.8); sin embargo, más grande que él, es nuestro Padre, quien tampoco descansa… y nosotros tampoco descansamos: estamos unidos al Señor y trabajamos todos los días para fortalecer la unidad perfecta en la que Él nos mantiene. Con la siguiente reflexión, se despidió de sus colaboradores: «Es deber de cada ministro el instruir a la Iglesia —a los hermanos, en su carácter de ciudadanos— que tiene la libertad de elegir a quienes representen la salvaguarda de sus derechos y libertades, guiados por el libre albedrío que Dios nos ha dado. Es una decisión libre, personal y secreta de cada uno. Pero, más allá de los tiempos electorales, cada miembro debe defender sus derechos en materia religiosa, como ciudadanos libres, porque no actuamos como fanáticos, sino como personas con razonamiento y comprensión». Reiteró que mientras las personas se distancian por los temas de diversa índole, los hijos de Dios deben ser, en todo momento, ejemplo de un buen comportamiento. En el ejercicio de sus derechos, actuar con la facultad, el uso de razón y el derecho libre de elegir a los representantes a cargos de elección popular que, luego de analizar sus propuestas, consideren que sean quienes mejor los representen. Reiteró que, como asociación religiosa, la Iglesia seguirá trabajando, en todo momento, por conservar, defender y consolidar uno de los derechos humanos más preciados: el de la libertad religiosa y el derecho a no ser discriminados. Seguirá pugnando por el tránsito de la tolerancia al respeto absoluto, en consonancia con la laicidad y el marco legal vigente. En estas conquistas no podemos permitir retrocesos, asentó categórico. «Esfuércense y esforcémonos por nuestro pueblo, y por las ciudades de nuestro Dios», concluyó. El reloj marcaba las 5:03 de la mañana cuando se despidió de sus colaboradores. Fuente: Coordinación de Crónica Apostólica. [srizonfbalbum id=3056] Berea Staff, J.R. Share This Previous ArticleEl avivamiento: una fiesta espiritual en la tierra y en el cielo Next ArticleSaludo Apostólico a la Iglesia de Hermosa Provincia April 21, 2018