HomeAgenda ApostólicaIglesia de El Ranchito: ¡Adelante! Porque Dios traerá grande bendición a este lugar Agenda Apostólica Iglesia de El Ranchito: ¡Adelante! Porque Dios traerá grande bendición a este lugar ¡Adelante! Porque Dios traerá grande bendición a este lugar: Apóstol de Jesucristo Naasón Joaquín García (Coordinación de Crónica Apostólica). 6 de noviembre de 2018.- Tras haber inaugurado el magnífico Templo en la colonia Los Olivos, el Apóstol de Jesucristo Naasón Joaquín García, continuó visitando algunas de las iglesias de Hermosillo, Sonora, en su segunda jornada de trabajo apostólico por las iglesias establecidas en esta bendecida capital sonorense. La siguiente congregación que recibió la bendición de la visita del representante de Jesucristo, fue la colonia El Ranchito, ubicada en la avenida Papaloapan No. 15, a orillas de la ciudad de Hermosillo. El Ministro local, Joab Osuna y una ferviente iglesia esperaban con impaciencia la llegada del insigne visitante, quien llegó al lugar, a las once y media de la mañana. Una valla de niños vestidos de blanco, con carteles alusivos al reconocimiento apostólico, le aguardaban en el atrio del templo para darle la bienvenida; mientras los hermanos en el interior del recinto sagrado, alababan a Dios con hermosos cánticos espirituales. Al percatarse del arribo del Hombre de Dios, todos a una irrumpieron en frases de adoración al Alto Dios por esta sublime bendición. Al descender de su vehículo, el Apóstol de Dios saludó al ministro y al ver el genuino sentir espiritual de los pequeños, los saludó conmovido por sus manifestaciones de amor y reconocimiento, que al igual que en todas las iglesias se han convertido en el comité oficial de bienvenida al Padre de la fe. Justo al terminar la valla de niños, un hermano y una hermana, ambos en silla de ruedas flanqueaban la entrada del templo; al verlos el Apóstol del Señor hizo una pausa para dar su bendición a cada uno de ellos, mientras que el corazón de los hermanos que ocupaban el interior del templo y observaban el ingreso del esperado Apostól, ya desbordaban en júbilo espiritual manifiesto en lágrimas que bañaban sus rostros. “Que hermosa alegría es poder llegar ante ustedes y ver la obra de Dios en vuestros corazones, una obra perfecta, que no la entiende el hombre; pero que vuestro corazón la siente…porque veo en vosotros esta alegría, este gozo. También mi corazón salta de alegría al contemplar esta maravilla que es de nuestro Dios” –fueron las primeras palabras del Varón de Dios al ocupar su ministerio. Enseguida recordó las veces que acudió a esta congregación cuando fue Pastor de la Jurisdicción Norte de la Iglesia, incluso refirió que en la casa de enfrente del templo llegó a tomar sus alimentos. El Varón de Dios se solazaba en el recuerdo de aquellos días en que los hermanos lo recibían con alegría y respeto por ser el hijo del Siervo de Dios, cuando venía a realizar diversos trabajos correspondientes a la Jurisdicción. Ahora lo recibían como Apóstol de Jesucristo. “Por eso para mí es una entrañable alegría estar entre ustedes, volver a vosotros para decirles que me siento como si estuviera en casa”. Los hermanos al oírlo levantaban sus manos ondeando palmas y expresando su beneplácito con frases de júbilo. “Hoy, por eso quiero recorrer estas Iglesias –continuó el Apóstol-, ver como Dios ha multiplicado y engrandecido a su Iglesia santa en esta entidad, esperando también que mi presencia en vosotros ponga ese sentir de que sigáis trabajando y enarbolando el lema de la iglesia: ¡Adelante!, porque hoy me alegro al verte y digo, ¡qué hermoso es, ya no ver a un grupo muy pequeñito, sino ver que Dios los ha multiplicado!”. Enseguida recalcó que las promesas de Dios se cumplen, que tuvieran confianza en Él y que por la fe esta comunidad será muy prosperada, que para que así sea, tienen que alargar sus cuerdas y extender sus estacas espirituales; de las Casas de oración donde cotidianamente se reúnen los santos a celebrar sus cultos de adoración a Dios, ampliarlas o construir otros graneros espirituales. Como líder ejemplar al cuidado de su pueblo, esa mañana le aseguró a sus hijos de la colonia El Ranchito, que ellos saben que donde pone el pie un Hombre de Dios hay bendición; pero esa mañana, revestido de la autoridad que Dios le ha dado, no sólo había llegado a poner su pie en ese lugar, sino que también iba a doblar sus rodillas para pedir a Dios la prosperidad para su iglesia en esa población, que: “Si así Dios cumple su palabra, entonces no es mi pie, yo me voy a arrodillar ante mi Dios para pedirle: ¡Señor, prospera la Iglesia de El Ranchito!, ¡engrandécela, multiplícala conforme a tus promesas!” En ese momento todos los presentes, junto con el Ungido de Dios se entregaron a un sublime espacio de oración, plegarias que traspasaron los cielos y la comunión íntima de Dios se hizo sentir en el cúmulo de corazones ahí reunidos. Cuando los hermanos se levantaron de su recreo espiritual, el Siervo de Dios se dirigió nuevamente a ellos para exhortarles con las siguientes palabras: “Yo no quisiera que en vosotros hubiera un corazón de conformidad o que dijeran: este templo va a durar muchos años más. No, cuando Dios habla con sus Siervos, Dios no solamente les habla para ser dirección en ellos, sino que Dios trae también en ellos bendición, prosperidad, triunfo, y yo sé que vosotros me habéis recibido como el que Dios puso al frente de vuestras almas, para guiarlos a la vida eterna…” En ese sentido, les infundió aliento e iluminó su comprensión espiritual advirtiéndoles que lo que hoy son, no es el fin de la iglesia, sino el principio de una Nueva Era henchida de prosperidad y abundancia y con esa bendita confianza deberán cifrar su fe en la promesa que, como a los Apóstoles Aarón y Samuel, también a él Dios le ha dado. “Así es que yo levanto mi mano contigo y te digo: Iglesia de El Ranchito ¡Adelante!, porque Dios traerá grande bendición a este lugar”. La emoción incontenible de los hermanos estremecía la Casa de Oración, al tiempo que su corazón era impregnado de un sinfín de bendiciones de lo alto, que se acrecentaron cuando el Siervo del Señor les dijo: “Yo espero regresar en un tiempo no muy lejano y volver a pasar a este lugar y contemplar cómo Dios te ha multiplicado y volveré a venir y volveré a doblar mis rodillas y le daré gracias a Dios, por cumplir sus promesas. Pero entre tanto sigamos trabajando, sigamos proclamando esta verdad hasta que el Señor venga por su Iglesia”. Para despedirse de ese lugar dijo a sus hijos en la fe que no quiso perder la oportunidad de estar con ellos y saludarles, contemplar sus rostros, rostros que para él resultan familiares y expresarles frente a frente que es muy feliz con ellos; y nuevamente llevó sus manos a sus labios y con un ósculo de santo amor, se despidió de los santos establecidos en este lugar. “Dios los bendiga”. [srizonfbalbum id=694] Berea Staff, J.R. 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