HomeAgenda ApostólicaCeremonia de Despedida 2018 Agenda Apostólica Ceremonia de Despedida 2018 Inicio (Coordinación de Crónica Apostólica) — La bendición de Dios aún se palpaba la mañana del 15 de agosto en la Hermosa Provincia, cuando la Iglesia de Cristo se reunió para acompañar al Apóstol de Jesucristo en la ceremonia de despedida. Aunque la reunión de esa mañana era para concluir la fiesta solemne de la Santa Cena y marcaba el inicio del regreso de la Iglesia a su lugar, la alegría espiritual aun llenaba los corazones de los presentes por la comprensión espiritual en ellos. A pocas horas de haber recibido la oración intercesora del Siervo de Dios y la comunión con el cuerpo de Cristo mediante la participación del pan y del vino, la Iglesia del Señor expresaba, con toda libertad, las palabras del salmista: “mi copa está rebozando…” (Salmo 23:5) A las 10 de la mañana el P.E. Samuel Díaz Soriano, actualmente en la Iglesia de Quinta Normal en Talca, Chile dio inicio a la ceremonia de despedida recalcando la paz espiritual que se percibía en todos los hermanos presentes y aun en aquellos que, no estando físicamente, por los diferentes medios de comunicación se habían enlazado la noche anterior. Invitó a entonar la alabanza 355 titulada “Me Siento tan Feliz…”, cantico que la iglesia entonó con fervor espiritual y sus manos levantadas en expresión de alegría. Después, con el Salmo 84 invito a la iglesia a preparar el corazón para orar por el padre en la fe de la familia espiritual, el hermano Naasón Joaquín García. Asimismo, invito a todos los coros a entonar la alabanza “Oh cuan santa es la unión” que en el coro invita a dar la gloria a Dios, permitiendo que el templo de Hermosa Provincia retumbara cuando toda la Iglesia se unió en decir: “¡Aleluya!”. Recordación doctrinal del hermano Samuel Díaz Tema: La Bendición de Dios recibida por medio del Apóstol de Cristo El hermano Samuel recordó la importancia de un Apóstol de Jesucristo en relación a la Palabra de Dios actual. Tomando el pasaje de Efesios 1:3, resalto que, por el elegido de Jehová, la Palabra de Dios existe en la actualidad como palabra viva. Así que la bendición que recibe el pueblo no es por una bendición que el Apóstol Pablo o algún hombre de Dios en la antigüedad haya hecho, sino porque el Siervo de Dios en la actualidad bendice a su pueblo. La bendición de Dios, para la Iglesia de Cristo, se recibe por medio del conducto establecido por el Todopoderoso, el Apóstol de Jesucristo. Recordando las bendiciones recibidas durante la festividad, resalto la caminata de la niñez del día 11 de agosto. El hermano Samuel explico que el contraste entre lo que se esperaba y se miraba en ellos, era precisamente la bendición de Dios. Pues lo niños, en su caminata, no miraban la distancia ni sentían el cansancio, sino que en su caminar entendían la representación espiritual de su peregrinar hacia el reino celestial, y el Apóstol de Jesucristo guiándolos hacia Dios. La bendición de Dios no se limitó a los niños, pues la juventud también marcho el día 12, y en la Santa Cena toda la Iglesia fue rejuvenecida. Considerando estas bendiciones, el hermano Samuel señalo que las palabras de Efesios 1:3 se convierten en la única expresión posible: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.” Presentación del Apóstol Naasón ante la Iglesia El Apóstol de Jesucristo salió de la Casa Apostólica para ingresar al templo a las 10:53 de la mañana, mientras la Iglesia le recibía dando toda la gloria a Dios y entonando la alabanza “Después de la batalla…”. Una vez en su ministerio, invito a todos los presentes a darle la gloria a Dios en una oración y mientras oraban, los coros entonaron la alabanza “Ese rumor que se escucha…”. Saludo Enseguida, el Apóstol de Cristo saludo a la Iglesia del Señor, expresando: A los santos que hoy viven en esta unidad perfecta, los quiero saludar, llamándolos: ¡bienaventurados! Iglesia del Señor que has sido justificada, glorificada, lavada y emblanquecida en la sangre del Cordero: ¡que hermosa paz!, ¡que hermosa comunión! ¡Hoy más que nunca sé que la paz de Dios está en vuestro corazón! Todos fueron dignos participantes de la Cena del Señor, por lo cual hoy la paz de Dios mora en plenitud en vuestro ser. ¡Que orgullo siento de estar al frente de este hermoso pueblo! Expresó que en ese momento la Iglesia empezaría a volver a sus lugares, lo que en la separación física ocasiona cierta tristeza, pero enseguida enfatizo el día en el que la separación quedaría atrás, cuando la Iglesia llegue con Cristo su Señor. Recordó las características de la unidad alcanzada por medio de la participación en la Santa Cena, la Iglesia ahora se encontraba: unida con Dios, unida con Cristo, y unida con su Apóstol. Esa unidad, la que Cristo describió en su última oración (Juan 17:21-23), ahora es la que distinguía el Pueblo de Dios; la unidad entre la Iglesia y la Elección de Dios, en Jesucristo. La alegría por la unidad alcanzada movió al Apóstol de Jesucristo a invitar a la Iglesia para alabar a Dios por medio de la alabanza 177 “En el seno de mi alma”, cumpliendo así lo que manda la escritura: “¿Está alguno alegre? Cante alabanzas” (Santiago 5:13). Enseñanza Apostólica Tema: El peregrinar del cristiano En esa mañana, el Apóstol Naasón recordó a la Iglesia acerca de su situación como peregrina en la tierra y enseño que el estar consiente de dicha situación le debe mover a trabajar con más ímpetu por el Señor y, por otra parte, a nunca aferrarse o encajonarse en un molde que estorbe el servicio y comprensión espiritual. Sobre todo, resalto que, al participar en la Santa Cena, la Iglesia obtuvo la responsabilidad de dar testimonio del Evangelio de Cristo lo que, en ese momento por indicación Apostólica, se volvía en una orden para la Iglesia del Señor. En la situación de la Iglesia como peregrina, el Apóstol de Cristo resalto la importancia de no acostumbrarse a un molde que impida el reconocer las bendiciones de Dios. El propio nombre de la Iglesia, La Luz del Mundo, manifiesta el propósito que Dios tiene para ella y, por lo tanto, el Pueblo debe permitir que Dios la dirija y aceptar sus designios. Compartió esta enseñanza en respuesta a la amenaza del conformismo, un descuido en el que el cristiano cree que la situación presente es eterna e intenta estorbar cualquier progreso que venga como bendición de parte de Dios. Pero para la Iglesia de Cristo, la bendición y prosperidad que Dios manda no es razón de escándalo, ni hay oposición a ella. Al contrario, con alegría acepta la grandeza que Dios le da porque no hay otro fin, sino el de ir de aumento en aumento al ser dirigidos por un Siervo de Dios (Proverbios 4:18). Para resaltar el peligro del conformismo, el Apóstol de Cristo menciono dos ejemplos de cómo la bendición de Dios se manifiesta para su pueblo. En primer lugar, menciono que en un futuro cercano las reuniones serian en la Ciudad La Luz del Mundo en vez de Hermosa provincia y aun la Santa Cena en Guadalajara, que durante casi un siglo fue la reunión de la Iglesia Universal, se empezaría a celebrar anualmente en diferentes lugares. Estos cambios, naturalmente, ocasionarían una tristeza momentánea por el cariño que se crea de algún lugar o de reunirse los hermanos de todos los países. El Apóstol de Jesucristo también menciono la tristeza que ocasionaba la ausencia de la Iglesia de EE.UU. No obstante, la tristeza se disipa cuando llega el entendimiento que la Iglesia es peregrina, y la separación de la Santa Cena en EE.UU. es precisamente la muestra de que la Iglesia de EE.UU. también esta peregrinando, situación que se repetirá en El Salvador y otros países, y que deben llenar de orgullo por ser bendición de Dios. De esta manera, el Apóstol Naasón explico que esta expansión es el cumplimiento de aquella palabra que dijo el Maestro: “la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorareis al Padre” (Juan 4:21). Continuando con la enseñanza doctrinal identifico el segundo peligro del conformismo y de olvidar que la Iglesia es peregrina, la pereza espiritual. El riesgo que corre el cristiano es el enamorarse del mundo y creer que las cosas pasajeras son eternas. En cambio, cuando el cristiano entiende que el mundo es pasajero y que su ciudadanía está en los cielos, entonces intenta trabajar con mayor animo por lo espiritual. Por esta razón, el Apóstol de Cristo dejo un compromiso a todos los hermanos que regresarían a sus lugares, convirtiéndose en una obligación santa para todo el pueblo de Dios. El compromiso espiritual pactado esa mañana del 15 de agosto de 2018 fue: ¡Que la Iglesia peregrina se extienda a los países donde aún no hay Iglesia! ¡Que la Iglesia peregrina construya casas de oraciones más grande, para la gloria de Dios! ¡Que la Iglesia peregrina abra obras en las ciudades donde no hay obra del Señor! ¡Que la Iglesia peregrina preparare la juventud y la niñez para ir por todo el mundo a predicar este hermoso Evangelio! ¡Que la Iglesia peregrina crezca en conocimiento de la doctrina y santidad! ¡Que la Iglesia peregrina aprenda idiomas! ¡Que la Iglesia peregrina conquiste el reino de los cielos! La descripción del Apóstol Naasón sobre la Iglesia peregrina demuestra, entonces, que la Iglesia peregrina es una Iglesia dinámica; que por la esperanza que tiene de llegar al reino celestial con Jesucristo, trabaja arduamente en la Obra del Señor. La Iglesia respondió unánime ante el deseo del Apóstol de Jesucristo y con un abrazo de despedida, sello el deseo santo en un compromiso espiritual. Así, en ese abrazo, cada hermano expresó que volvería a unirse en todos los proyectos de trabajo para la gloria a Dios, y en esas palabras estaría ratificando su compromiso a Dios. De esta manera, mientras los coros entonaban la alabanza 182 titulada “En el mundo”, los hermanos se abrazaron mutuamente, prometiendo cumplir con el compromiso Apostólico. Mientras tanto hermanos y hermanas representantes de las iglesias en Europa, Oceanía, África y América recibieron un abrazo de lo los Pastores Uzziel Joaquín y José Hernández, y de las hermanas Alma Zamora de Joaquín y D. Eva García, en representación del Apóstol de Cristo. Mientras todo esto ocurría, el Apóstol de Jesucristo elevo una plegaria a Dios: ¡Bendito padre celestial! Hoy vengo ante ti con una paz inmensa en mi corazón, la paz que tú has puesto en mi para que también yo la comparta con tu pueblo. Hoy veo un pueblo feliz, veo un pueblo lleno de tu paz. Señor ellos volverán a sus lugares y vengo a pedirte que los lleves con bien, que los cuides de todo mal y de todo peligro. Padre también ruego que tú les ayudes, y que cumplan este compromiso contigo de anunciar que en la tierra está tu Iglesia y esta hermosa doctrina que tú has revelado a través de tu siervo para que prediquen a toda tribu, a todo pueblo, y a toda lengua, a todo corazón que disponga su tiempo, su sentir y amor para testificarle de tu verdad. Tu prosperes su caminar, sus trabajos, tu inundes sus hogares de paz, de harmonía, de salud y así tu pueblo sepa que tú, nuestro Dios y que tu hijo amado Jesucristo, son nuestros únicos protectores, proveedores de todas las cosas, y fuera de ustedes no queremos nada porque tu Señor nos llenas y nos das todo. Ve aquí tu pueblo, feliz y contento retornara a su lugar. ¡Benditos sean a su regresar en tu santo amor! Amen. Después de haber sellado el compromiso en un abrazo y oración, el Apóstol de cristo expreso un salmo espiritual dando la gloria a Dios por las bendiciones recibidas: ¡Engrandécete oh Dios eterno en el amor de tus proezas! Porque Israel tuvo miedo, se espantaron con el estruendo de tu voz, no conocía tu acento ni tu voz; para ellos no era familiar. Hoy tu voz es dulce para la Iglesia La Luz del Mundo porque tus hijos no se espantan. ¡Tus hijos te reconocen y te adoran! De todos los confines de la tierra han llegado, ninguno se ha perdido en el camino. Ya no perecen los incrédulos, no hay ingratos en tus filas, el que marcha sabe en quien ha creído: ¡Es Jesucristo la causa de su marcha! ¡Principio y fin de su camino! ¡Alfa y omega de su esperanza! No lloran, ¡cantan! Su gozo despierta la curiosidad de las gentes, no siguen a una estatua, anuncian que su Dios vive y reina. Mi alegría no es menor porque somos un solo hombre. Su caminar conozco, cada uno de ellos se ha desprendido de mis lomos. Por eso, juntos venimos a darte gracias. ¡Adorarte oh Dios es nuestro gozo! Tu potenciaras nuestra voz, harás que nuestro corazón no regrese a Gólgota, nos permitirás gritarle al mundo: ¡Jesucristo vive! Tu pueblo estuvo despierto y yo tu siervo vele junto a ellos. Esta vez Jesucristo no estuvo solo. Esta vez no vino solo un ángel a confortarlo. Esta vez, fuimos millones en la tierra y millones en el cielo que adoramos su nombre, su amor, su entrega y sacrificio. De los cuatro continentes, de toda tribu y lengua nos reunimos para celebrar tu Santa Cena. Ya nunca más te dejaremos solo, nuca más lloraras de angustia. ¡Eres oh Jesucristo la razón y vida de nuestra existencia! También tu tiempo ha llegado. Nuestras lagrimas son de alegría, de gratitud, de amor, porque vives y hemos venido a adorarte, Jesucristo poderoso. Tu sacrificio no ha sido en vano; naciones, tribus, lenguas y pueblos, todo ser viviente, todo ser humano, todo ser pensante: ¡adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y todas las fuentes de las aguas! ¡Adorar al Dios omnipotente, eterno y glorioso! ¡Adorarle porque ha cumplido todas sus promesas! Porque ha respondido la oración de su siervo Naasón y os ha traído con bien y os acompañara también en vuestro camino. Después de hacer la oración de adoración, el Apóstol de Jesucristo se despidió con las palabras: ¡No a nosotros oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre sea la gloria y alabanza! Asimismo, invito a la Iglesia a entonar la alabanza “Amigos con placer” y volvió recordar que la fiesta espiritual, aunque hermosa, solo era un simulacro espiritual de lo que sería la más hermosa realidad con Jesucristo y añadió: no es más que una pequeña probadita que Dios nos da de lo que será allá en los cielos. Y allá no habrá despedida, halla no habrá llanto de nostalgia, allá jamás se dice a Dios. Iglesia del Dios vivo que habéis venido una vez más a este lugar a obedecer la voz de Dios: ¡Dios te bendiga! Regresa en paz, regresa con seguridad, que los ángeles ya están listos para acompañarte en tu retorno. Que la paz de Dios y la gracia que hoy Jesucristo ha derramado sobre vosotros, permanezca todo este año hasta que nos volvamos a ver para celebrar la santa cena 2019. De esta manera el Apóstol de Jesucristo despidió al pueblo para que regresara a sus lugares y termino expresando: Regresa en paz, regresa con seguridad, que los ángeles ya están listos para acompañarte en tu retorno. Que la paz de dios y la paz que Jesucristo ha derramado en esta fiesta te acompañe todo este año. Dios te bendiga. Berea Staff, J.R.G. 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