HomeAgenda Apostólica«Mi profundo orgullo por la forma en que este Pueblo ha confiado en nuestro poderoso Dios»: Apóstol Naasón Joaquín Agenda Apostólica «Mi profundo orgullo por la forma en que este Pueblo ha confiado en nuestro poderoso Dios»: Apóstol Naasón Joaquín (Coordinación de Crónica Apostólica) — El lunes 11 de septiembre, el Apóstol de Jesucristo, Naasón Joaquín García, acudió al templo de la colonia Hermosa Provincia —en Guadalajara— a elevar su plegaria al Creador. El reloj marcaba las 4:26 de la mañana cuando salió de su casa en dirección al recinto sagrado. En su trayecto al templo, le acompañaron algunos de sus colaboradores —cinco pastores, nueve diáconos y once encargados—. Los hermanos que se encontraban en la Glorieta Central, al paso del Apóstol expresaron con singular emotividad su reconocimiento y gratitud: «Dios lo bendiga», «Dios le pague por todo», «Bendito el que viene en el nombre del Señor»… En el interior del templo, el Coro de Hermosa Provincia y una parte de la Iglesia, le acompañaron en su plegaria. Mientras la oración tenía lugar, se escucharon las bellas notas de los himnos: «Con todo mi ser», «A solas al Huerto yo voy» y «Junto a ti». A las 4:34 de la mañana, al término de su plegaria, el Apóstol del Señor se despidió de los hermanos del Orfeón y de quienes estaban en el interior del templo: «Dios los bendiga, hermanos», expresó. Al salir, hizo lo propio con quienes se encontraban en los atrios y en la glorieta, que a su paso lo saludaban con particular efusividad, siendo correspondidos por el padre en la fe en los deseos de parabienes y bendiciones. En la puerta de su casa, platicó con sus colaboradores. En primer lugar, retomó uno de los temas que el día anterior habló con la Iglesia Universal, cuando expresó: «En mi profundo orgullo por la forma en que este Pueblo ha confiado en nuestro poderoso Dios: como tu su serenidad, seguridad y tranquilidad, en momentos de gran peligro, han quedado registrados para un testimonio vivo para el mundo, quien, sorprendido, no alcanza a entender el porqué de esta grande paz ante los fenómenos que aterran a la misma humanidad». Mencionó la grande satisfacción y el orgullo de un padre cuando uno de sus hijos saca las mejores notas, tras haber hecho un esfuerzo en cumplimiento con su deber como estudiante. Al trasladar este ejemplo al terreno espiritual, el Apóstol de Jesucristo expresó lo que experimenta en su ser como padre en la fe: «Por eso le dije a la Iglesia que no se preocupe, seguro esta el aprisco. Es un grande orgullo el que siento al contemplar la conducta que la Iglesia adopta ante los desastres naturales… Los hermanos se han portado como verdaderos hijos de Dios, dignificando su conducta, su proceder, transmitiendo su confianza y seguridad al mundo». El apoyo de la Iglesia La Luz del Mundo ante los desastres naturales no es un trabajo de un día; es una labor que lleva una trayectoria Destacó que Iglesia siempre ha estado presente en los desastres naturales, brindando la ayuda humanitaria que se requiere. En esta noble labor, no solo el Pueblo de Dios es atendido en sus necesidades; aún los damnificados que no pertenecen a la Iglesia son también beneficiados con víveres, consultas médicas, medicamentos, ropa, muebles… Por citar un ejemplo, recordó el paso del huracán Odilé por la península de Baja California Sur —en septiembre de 2014—, donde uno de los municipios más afectados fue Cabo San Lucas. En este tenor, recordó que en aquella ocasión fue enviado por el Apóstol Samuel Joaquín a entregar los camiones de víveres que las iglesias de la República Mexicana dispusieron en favor de los hermanos damnificados. Dio testimonio de cómo el apoyo de la Iglesia La Luz del Mundo fue el primero en ingresar al estado. Debido a los actos de rapiña y saqueos que se vivieron en aquellos días —cientos de personas saquearon de tiendas departamentales aparatos electrónicos, estufas, muebles, entre otros enseres—. Sin embargo, los trailers de la Iglesia, a diferencia de los camiones que fueron desmantelados, fueron recibidos por el ejército y las autoridades locales. «En Los Cabos me tocó ver una situación triste en el ser humano. La gente se metía a las tiendas, no a buscar comida, sino a saquear lo que fuera. Sin embargo, el Pueblo de Dios nunca queda desamparado. Cuando el ejército permitió el paso del camión que transportaba los víveres, uno de los militares dijo: ‘Ustedes sí pueden pasar’. Otros choferes le preguntaron al oficial porqué a ellos no se les permitió el paso, y el soldado les respondió: ‘Es que a ellos Dios los cuida’. «El único camión que entró en los primeros dos días a Los Cabos iba pasando en medio de la ciudad —en sus lonas se leía: ‘Ayuda humanitaria de la Iglesia La Luz del Mundo’— y la gente le aplaudía a su paso. Los habitantes se acercaban a los hermanos y les decían: ‘Pídanle a su Dios que nos ayude porque a ustedes sí les responde y los ampara. Díganle a su Apóstol que ore por nosotros…’. Con estas expresiones reconocían que no tienen a quien pedir en sus necesidades. Descubren que sus ídolos son dioses muertos, que sus imágenes no tienen vida. Dicen tener una fe —humana—, pero esa no es la fe de Dios». La Iglesia del Señor ha estado presente apoyando a la familia de la fe —y aún a los ajenos a este credo— en los desastres naturales en México y el extranjero. En el país, participó en apoyo de los damnificados de los huracanes «Gilberto» (1988), «Paulina» (1997), «Wilma» (2005), «Stan» (2005), «Manuel» (2013), «Patricia» (2015)… El sismo ocurrido en la Ciudad de México (1985), las explosiones del 22 de abril de 1992, en Guadalajara, entre otros desastres. «No se trata, entonces, de un trabajo de un día: es una labor que lleva una trayectoria», afirmó el Mensajero del Evangelio eterno —están documentados los reconocimientos que los gobiernos y las fuerzas armadas han expresado por la ayuda humanitaria que presta la Iglesia La Luz del Mundo ante los desastres naturales—. En el extranjero, la Iglesia apoyó con ayuda humanitaria tras los huracanes Mitch (1998), Katrina (2005), Harvey (2017), e Irma (2017), en Estados Unidos, así como en los sismos de Managua, Nicaragua (1972), El Salvador (2001), Chile (2010), entre otros. En relación con el huracán Harvey, que el pasado mes golpeó algunos condados de Texas, el Apóstol de Jesucristo destacó cómo diversos medios de comunicación estadounidenses —entre ellos las cadenas Fox, CNN, Univisión y Telemundo— dieron cuenta del apoyo altruista que la Iglesia la Luz del Mundo brindó a la comunidad texana tras el evento meteorológico. De manera particular, citó el testimonio de una mujer de la tercera edad que, desamparada, pedía auxilio en una de las inundadas calles de Houston, sin obtener respuesta. Al paso de las horas, una familia de hermanos pasaba con su vehículo por ese lugar y la condujo a uno de los albergues de la Iglesia. Sin hacer distingo, a esta persona se le dio abrigo, alimento y calor humano. Cuando una periodista la entrevistó, la mujer respondió: «Cuando me encontraba sola, estos señores de la Iglesia la Luz del Mundo me subieron a su camioneta, me trajeron a su templo y aquí estoy durmiendo y comiendo gratis». Enseguida, el Apóstol de Jesucristo expresó: «Eso es lo que hace la Iglesia. Así es que, como un padre me siento orgulloso. ¿Y la Iglesia? Ahí está, comportándose como verdaderos y dignos hijos de Dios, en la plenitud de su fe. Entonces, ¿no llegan a ellos los desastres? Sí, también llegan a ellos, porque el Señor ‘hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos’ (v. Mateo 5:45); sin embargo, hay una oración que se eleva a Dios: ‘No los quites del mundo, pero protégelos, cuídalos… Ellos han creído en ti y en tu Palabra…’». Si bien es cierto que en los desastres naturales hay pérdidas materiales, cabe destacar que dentro de la ayuda humanitaria que el Apóstol de Jesucristo envía a los hermanos damnificados, además de alimentos y medicinas, se encuentra también distintos enseres —colchones, refrigeradores, estufas, ropa, entre otros—. En el caso del huracán Harvey, en donde los hermanos de Texas salieron ilesos de dicho meteoro, hubo iglesias en los Estados Unidos en donde los templos se encontraban llenos de víveres, por lo que el Siervo de Dios determinó que fueran llevados a los hermanos, como ya lo habían destinado. «¡Qué orgullo siento al ver cómo el Pueblo de Dios ha reaccionado. Ver como la gente se une juntamente con los nuestros!» A semejanza de Israel, cuando fue liberado de la esclavitud que vivió en Egipto, se unieron al Pueblo esclavos, quienes veían la libertad, prosperidad y protección entre los judíos y comían juntamente con ellos, de la misma bendición que Dios les daba. Creer en la Elección del Elegido de Dios y orar a Dios con arrepentimiento Durante los recientes huracanes, se contaron por millares los mensajes que los hermanos alrededor del mundo enviaban a las iglesias de Texas y Florida, en Estados Unidos, así como a los hermanos de Cuba y República Dominicana, donde pasó el huracán «Irma». Los textos eran de confianza, esperanza y amor fraternal. En las redes sociales se leía: «Jehová es nuestro pastor y nada nos faltará». «Hermanos, no se preocupen: la Oración del Siervo de Dios es en favor de ustedes». «Señor, nos haz dejado este medio poderoso para pedirte de tu ayuda, pero si acaso no nos oyeras, tu Siervo está orando por nosotros y su oración es eficaz». La respuesta de los hermanos que viven el desastre natural es de tranquilidad: «Por la oración del Siervo de Dios aquí estamos. Él nos mandó decir que estuviéramos seguros y Dios nos va a proteger». Enseguida, recordó que son antes estas contingencias, son necesarias dos acciones de fe: «Creer en la Elección del Elegido de Dios y orar a Dios con arrepentimiento… El Apóstol de Jesucristo recordó que, ante la inminente llegada del Huracán Frankiln al estado de Veracruz, el pasado 9 de agosto, un legislador mexicano le pidió que orara por esa entidad: «Apóstol, yo sé que a usted Dios lo oye. Ore por mi pueblo y mi puerto. En pocas horas el huracán golpeará al estado». La respuesta del Siervo de Dios fue : «Sí, vamos a orar y Dios va a obrar favorablemente, y usted dará testimonio a los suyos del poder de nuestro Dios, y que no se trató de una casualidad». «Claro que sí, voy a dar testimonio», respondió el Senador. La oración del justo obtuvo respuesta. El huracán se disipó antes de tocar tierra, dando lugar a una tormenta tropical que no pasó a mayores. Recordó el testimonio del temblor que tuvo lugar en la República del Salvador en el año 2001. El Apóstol Samuel Joaquín no solo envío la ayuda humanitaria —que se contó por toneladas—, sino que aportó económicamente para la reconstrucción de las casas demolidas de los hermanos por el sismo, en el lugar que ahora se conoce como fraccionamiento Maestro Aarón Joaquín. Hasta ese lugar llegó el entonces Presidente de la República y expresó: «Entre el hermano Samuel y yo vamos a levantar esta nación». Cabe destacar que fue la primera ayuda humanitaria que llegó al país. La Iglesia La Luz del Mundo: la única opción de Dios que existe en el mundo Por último, destacó la celebración de la próxima Santa Cena en Estados Unidos, que tendrá lugar el 14 de febrero de 2018, en Los Ángeles, California; un hecho sin precedentes. Destacó que si bien en otros años se ha llevado a cabo este memorial sagrado en el país vecino, se había divido por estados. En esta ocasión la asistencia será de los estados en su conjunto. Mencionó que a partir de ese histórico día la iglesia la luz del mundo será conocida en todo el país: «El próximo año, Estados Unidos será testigo de la única opción que existe en el mundo. Por primera ocasión verán a un Pueblo de Dios unido y diferente… No nos conocen todavía, pero ahora nos van a conocer. Este va a ser el primer año donde la Iglesia del señor deje su primera huella en Estados Unidos y sabrán que hay una opción, la única opción de Dios , en la tierra: su Pueblo, su Iglesia, sus Hijos…». Antes de despedirse de sus colaboradores, expresó categórico: «Los hijos de Dios moran bajo la sombra del Omnipotente». Dios les bendiga, hermanos. Fuente: Coordinación de Crónica Apostólica. Berea Staff, J.R. Share This Previous Article«El hueco de la mano de Dios: un techo espiritual en el cual nos sentimos protegidos y seguros»: mensaje apostólico a la Iglesia Universal Next ArticleHonra a la Diaconisa Eva García de Joaquín September 11, 2017