HomeAgenda Apostólica«No esperaremos años para ser testigos del cumplimiento de las promesas: ¡las estamos viendo, viviendo y saboreando!»: Apóstol Naasón Joaquín Agenda Apostólica «No esperaremos años para ser testigos del cumplimiento de las promesas: ¡las estamos viendo, viviendo y saboreando!»: Apóstol Naasón Joaquín (Coordinación de Crónica Apostólica) — El domingo 3 de enero, luego de su presentación en el «Centro de Convenciones Expo Tampico», el Apóstol de Jesucristo, Naasón Joaquín García, visitó a los hermanos de la Iglesia de Tampico, en la colonia Tolteca. El reloj marcaba las 5:27 de la tarde cuando el Apóstol Naasón Joaquín, acompañado de su esposa, la hermana Alma Zamora, arribó al templo ubicado en la calle Humboldt n. 601, colonia Tolteca. El hermano D.E. Rodolfo Reyes, a nombre de la congregación, dio la bienvenida al insigne visitante. Enseguida, el ministro invitó al Apóstol del Señor a ingresar al aposento que la iglesia le tiene preparado en el histórico puerto. La bendición que esta mañana se derramó en Tamaulipas, continuó en el servicio de alabanzas. Los hermanos D.E. Fernando Larios y D.E. Joel Gómez presidieron el servicio y el punto de doctrina, respectivamente. Los cánticos, los testimonios y la recordación de la Palabra de Dios concluyeron en un avivamiento espiritual. Las ventanas de los cielos se abrieron. La bendición de lo Alto en esta tarde fue por demás copiosa. Las profecías se siguen cumpliendo: la Iglesia del Señor avanza de triunfo en triunfo y de victoria en victoria Al término del servicio religioso, la iglesia de la colonia Tolteca preparó la mesa en honor del Apóstol de Jesucristo y sus invitados —entre ellos, los hermanos P.D. Daniel Valerio, P.E. José Moreno, P.E. Miguel González, P.E. Abisaí Moreno, P.E. Joel Herrera, P.E. Jesús Magallón, P.E. Jorge Vázquez y P.E. César Bastarrachea—. En el transcurso de la cena, el Apóstol de Jesucristo platicó con ellos: «Las profecías se siguen cumpliendo: la Iglesia del Señor avanza de triunfo en triunfo y de victoria en victoria… En cada ministro debe existir el pensamiento de engrandecer a la Iglesia. Que no haya en ningún encargado conformismo o pereza, sino todo contrario. «Cada día somos testigos del cumplimiento de las promesas de Dios. En esta época, no tenemos que esperar a que nuestros hijos, nietos, bisnietos o tataranietos las vean. Hoy somos testigos presenciales de esta bendición. Es una gloria que Dios nos ha permitido contemplar, y deseo que esta bendición nos incite a trabajar y a buscar el bien de la Señora a la que nosotros servimos (la esposa del Cordero, que es la Iglesia); y su esposo, que es rico, poderoso, benevolente y amoroso, pague a cada quien conforme a su trabajo. ¡Qué bonito es ser parte de esta hermosa historia! Ser parte significa poner mi disposición, mi trabajo y mi esfuerzo por servir a la Iglesia. No que busque mi bien, sino el engrandecimiento de la Iglesia. Por añadidura, el Señor nos dará lo que necesitemos. El bautismo y la adopción divina: el nacimiento de un nuevo hombre Respecto de las promesas que Dios le hizo la mañana del 8 de diciembre de 2014, el Mensajero del Evangelio eterno comentó: «A casi cien años del inicio de la Restauración de la Primitiva Iglesia Cristiana su crecimiento es maravilloso. Hoy, Dios promete que habrá prosperidad para su Pueblo y somos testigos de su fiel cumplimiento… Ante el llamado a la evangelización, la iglesia y el Cuerpo Ministerial han respondido a la altura: como un solo hombre. Por lo anterior, seguiremos viendo, en un corto lapso de tiempo, la realización de las promesas que Dios nos ha dado. Ya no tenemos que esperar años… ¡las estamos viendo, viviendo y saboreando!». En relación con el mensaje esta mañana, en donde oró por la sociedad en su conjunto, y por las personas que delinquen, en favor de su conversión a la Iglesia del Señor y su respectiva reinserción a la sociedad, a través de una manera de vivir honesta, conforme a los principios y valores cristianos. Así comentó: «Nuestros padres y abuelos eran hijos de ira y de desobediencia, porque no conocían a Dios (v. Efesios 2: 2-3). Sin embargo, a nosotros Dios nos dio la oportunidad. Y si yo represento a ese Dios amoroso, yo también abro esa posibilidad, y oportunidad para que todo aquel que quiera, y crea en mi Señor Jesucristo reciba la adopción. Esta invitación también va dirigida a las personas que delinquen… ¡Así de grande es el amor de Dios! En el momento que se aparten de hacer el mal, decidan servir al Señor, bajen a las aguas del bautismo y digan : ‘Adiós mundo, que hasta ayer estuve en ti’, en ese momento Dios los justificará, perdonará y santificará. A partir de ese momento, el Señor no traerá a la memoria ninguno de los pecados que hicieron, por más horrendos que hubiesen sido» (v. Isaías 1:18). «Porque las Obras de mi Padre yo hago: obras de amor, oportunidad y bondad»: Apóstol Naasón Joaquín En relación con lo anterior, el Apóstol de Jesucristo precisó lo siguiente: «No oramos por quienes delinquen para que sigan delinquiendo y ‘prosperen’ en sus actividades ilícitas; oramos para que Dios abra sus corazones y sus mentes, y se conviertan a la iglesia del Señor. Oramos para que Dios les dé la oportunidad de un cambio de vida. Que la sociedad y ello vean que en la tierra existe la única opción que ofrece solución a nuestros problemas… Lo que el hombre no puede hacer, porque humanamente le es imposible, Dios tiene poder para transformar los corazones. En un instante, Dios hace su Obra en el corazón más duro, inhumano e insensible. Lo que el gobierno no puede hacer con el ejército y las armas, la Iglesia del Señor lo va a hacer: transformar el corazón de quienes ahora delinquen. ¡Esa gloria, Dios la tiene reservada para nosotros! Y en México —y en el mundo entero— habrá un hermoso cambio, y la sociedad dirá: ¡Ese cambio salió de la Iglesia La Luz del Mundo! «Dios me ha puesto como padre en la fe en la iglesia del Señor, y la Iglesia reconoce la facultad que Dios me ha dado para reconciliar al mundo con Dios. Y soy testigo de grandes maravillas… De eso tenemos que dar testimonio, porque lo hemos visto, oído y vivido. No son dichos de otros, sino de lo que presencialmente hemos sido testigos, de eso hablamos. Porque las Obras de mi Padre yo hago: obras de amor, oportunidad y bondad… «Mi Dios es lento para la ira y muy grande en misericordia. Si el impío se apartare de su impiedad y dejare de hacer lo malo, Él no se acordará de lo malo que hizo (v. Ezequiel 33:14-16). Dios perdona nuestras iniquidades. Y no es un Dios aparcero: es un Dios amoroso. Sin embargo, si nos olvidamos de Él, ninguna de las justicias que hicimos tendrá memoria de ellas. A Dios no le interesa el pasado; a Él le interesa lo que el hermano está haciendo, para garantizar su futuro. Y con nuestro Dios, nuestro futuro está más que seguro: garantizado». El reloj marcaba las 8:38 de la noche, cuando el padre en la fe se despidió de sus hijos tamaulipecos. Previamente, comentó a sus colaboradores que al día siguiente visitaría algunas iglesias de Tamaulipas. Los hermanos de la colonia Tolteca, con singular júbilo y algarabía espiritual por este hermoso encuentro, se despidieron del insigne Apóstol de Jesucristo. Fuente: Coordinación de Crónica Apostólica. Berea Staff, J.R. 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